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Familiares de uno de los mineros consumen con ansiedad las últimas horas que les separan del momento del reencuentro. :: AP
MUNDO

Cuenta atrás para el rescate de los mineros

La apertura total de la vía de evacuación permite prever la salida de los trabajadores chilenos en las próximas horas

MARCELA VALENTE
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La perforadora alcanzó ayer el túnel donde resisten los 33 mineros chilenos y comenzó la cuenta atrás para que vuelvan a la superficie. Tras haber subsistido diecisiete días en ayuno bajo tierra y de sobrevivir otros cuarenta soterrados pero con asistencia desde la superficie, resta ahora el desafío final: el ascenso por un estrecho conducto vertical cavado. Lo harán en una cápsula que parece diseñada por un escritor de ciencia ficción para una travesía subterránea.

Antes de dar comienzo a la evacuación se analizaba ayer hasta dónde será necesario asegurar el hoyo para evitar desprendimientos de roca. Si se hace una cobertura completa de los casi 700 metros, el rescate se demorará otra semana. Por contra, si es sólo una parte, la operación podría comenzar entre mañana o el martes. También se evaluaba si dinamitar o no el tramo final con el fin de ensanchar el conducto justo donde se inclina levemente.

Mientras tanto, abajo, la dieta y la actividad física entre los mineros se intensificaron estos días para afrontar la nueva situación de estrés. También se multiplicaron los momentos de oración. Los mineros aseguran sentirse fuertes, deseosos de respirar aire puro y de abrazar a sus familiares, pero también están temerosos de que algo falle en el último momento.

El rescate se prolongará durante 48 horas a partir del minuto en que el hoyo ofrezca condiciones seguras. La evacuación, de uno en uno, se hará día y noche hasta sacar a todos los trabajadores. Cada ascenso durará entre veinte minutos, pero todo el proceso para bajar la cámara y asegurar al viajero llevará hora y media por persona.

Un equipo de rescate integrado por dieciocho especialistas ya está manos a la obra. Hay médicos, enfermeros y expertos en salvamentos en zonas hostiles. No saben con certeza aún quiénes descenderán para instruir a los mineros en el uso del dispositivo y ayudarlos hasta que hayan salido todos a la superficie. Sí está confirmados que al menos dos bajarán para ello, pero los elegidos lo conocerán en el último momento para no generarles ansiedad.

Los equipos de rescate tienen instrucciones para armar tres grupos de salida. Los primeros mineros en ascender serán los más seguros, hábiles y en buena condición física para mostrar que el traslado no ofrece riesgos y dar seguridad al resto.

Luego subirán los que tengan hipertensión, diabetes o problemas cardíacos. Finalmente el resto. Deberán hacer un ayuno de alimentos sólidos antes de la partida, pero ninguno será sedado para el operativo, ya que se necesita que estén lúcidos y que se valgan por sí mismos durante la elevación.

Las cápsulas, también conocidas como 'jaulas', fueron diseñadas especialmente para este operativo y están pintadas con los colores de Chile: blanco, rojo y azul. Son tres. Dos de 4,5 metros de alto y una más pequeña. Todas tienen un ancho de 53 centímetros, apenas un poco más que la anchura de hombros de los mineros.

En su interior, la cabina tiene un arnés para sujetar a los viajeros. Ese cinto estará conectado a tubos de oxígeno que se usarán en caso de necesidad mediante una cánula nasal. El cinturón permite además que desde arriba los médicos monitoreen su ritmo cardíaco y decidan si el trasladado tiene que regresar de urgencia.

Protegidos

Los atrapados usarán vestimenta diseñada para ellos, confortable, impermeable para mantener la piel seca. También llevarán un casco, con micrófono inalámbrico y auriculares para recibir instrucciones. Las cápsulas tendrán luz, pero los supervivientes utilizarán gafas con plutonite, que filtra el 100% de los rayos ultravioletas para evitar que sus ojos resulten dañados con el impacto de la luz solar después de más de dos meses de vivir bajo tierra.

El cable que sostiene la jaula puede resistir un peso de 54 toneladas. En caso de atascarse, están previstas vías de escape y existe también la posibilidad de que un viaje se interrumpa y la cápsula vuelva.

Una vez arriba, nadie se imagine que el rescatado correrá a los brazos de sus allegados. Los trabajadores serán trasladados inmediatamente a un hospital de campaña, montado junto a la boca de la mina, donde serán asistidos durante un par de horas hasta que se les permita el contacto con familiares.

Tras el esperado encuentro, serán trasladados en helicópteros militares hasta el centro sanitario regional de Copiapó. Un nuevo viaje de veinte minutos en naves equipadas para trasladar a tres operarios en camilla o cuatro sentados, además de a médicos y paramédicos.

En Copiapó deberán permanecer en observación al menos 48 horas. Sólo entonces los trabajadores de la mina San José podrán decidir qué van a hacer con sus vidas tras su largo 'cautiverio'.