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El narcotráfico de guante blanco

Por primera vez, la Guardia Civil desenmascara un perfil de traficante que no tiene contacto con la droga pero gestiona su entrada Nuevos datos del caso 'Espuela Nueva' revelan una figura desconocida en el tráfico de drogas

CÁDIZ.Actualizado:

No tocar la mercancía y mantenerse lo suficientemente alejada de ella era su garantía, o eso creían. Durante años se habían lucrado con la droga, pero habían salido impunes de cada operación policial. Esta vez, la Guardia Civil no se conformó con desmantelar una red de introducción o distribución de estupefacientes y decidió ahondar en las estructuras de financiación; llegar hasta aquellos hilos que nunca eran cortados. De esa intención nació el 'caso Espuela Nueva'; una investigación única que ha desenmascarado a los traficantes de guante blanco. A los que no se la juegan a pie de playa, pero sí participan en los desembarcos de droga desde la distancia. Son los ejecutivos del negocio con una amplia red de contactos que ofrecían a las bandas a cambio de una importante comisión. LA VOZ ha tenido acceso a nuevos datos del caso que revelan la posición que habían alcanzado los cuatros empresarios apresados en Los Caños en la oscura red sobre la que se asienta el narcotráfico internacional. Aunque fuentes de la investigación sitúa por encima de todos ellos a Ramón R. A.: «Él sólo trabajaba para grandes organizaciones y palos gordos».

Hace dos años el equipo de Policía Judicial de la Comandancia de Cádiz comenzó a investigar a este individuo que no era del todo un desconocido. «Era 'vox populi' que estaba metido en el tema. Pero siempre salía airoso». Uno de los agentes que ha participado en la operación lo define como uno de los «consagrados» del tráfico de drogas; del que muchos hablaban pero que nunca había sido pillado. Como en otras operaciones policiales, el nivel de vida que mantenía y las amistades que frecuentaba le hacían ser sospechoso. Aunque en su caso, había logrado montar varios negocios (un hostal, un supermercado y la gestión de la cacería de un coto) que le daban la apariencia de hombre honrado. Antes de 'Espuela Nueva', no había una vinculación probada con el narcotráfico más allá de los rumores. Estas informaciones, que también llegaron a la Guardia Civil, decían que dio sus primeros pasos en el mundillo como guarda de la mercancía (la persona que esconde los cargamentos recién llegados a la costa). Pero no fue hasta que se convirtió en el objetivo central de los agentes cuando se reveló su verdadera faceta profesional, según las diligencias policiales que no están concluidas aún.

Tras los primeros meses de seguimiento, la Guardia Civil supo que estaba ante la llave que le abriría muchas puertas. Y es que durante el tiempo que ha durado la investigación, más de veinte organizaciones, nacionales e internacionales, se pusieron en contacto con Ramón para que les facilitara los contactos que les garantizaran un alijo sin problemas. Se había granjeado, según fuentes de la Benemérita, una reputación más allá de la provincia de ser alguien con una agenda de oro; capaz de tener disponible una red que introdujera hachís por la playa como personal de su confianza en los muelles para hacer la vista gorda. Poco a poco, los investigadores vieron que «estaban ante una fuente incalculable de información» y optaron por postergar su detención y recabar datos que les permitieran llegar a sus clientes.

Así, Ramón, sin él saberlo, les dirigió hasta diferentes bandas que habían solicitado sus servicios. Una de ellas fue la desmantelada en el puerto de Algeciras meses atrás, la cual había convertido la dársena en la puerta de entrada de un cargamento de cocaína; una operación ( 'caso Espuela') que salpicó a más de una decena de empleados portuarios. En otros casos, no fue posible apresar a la organización porque simplemente la operación de entrada de droga se frustró. «El tráfico de hachís es uno de los mundos más informales que hay». Lanchas que se estropean en la travesía, la falta de dinero para gestionar la logística o un contratiempo de última hora hacían que los primeros contactos con el empresario barbateño no fueran más allá.

Para los agentes fue difícil mantener ajeno a este empresario de lo que se le avecinaba. No querían que sospechara y así dejaron que una red que le había pedido ayuda para introducir dos toneladas de hachís por Rota cayera en manos de la Policía Nacional que también les seguía la pista. Se supone que Ramón les había facilitado a los traficantes el contacto con dos cargos de la Guardia Civil que despejarían el litoral de vigilancia. El empresario desconocía que hacía tratos con falsos agentes, pero si el alijo era abortado por la Benemérita empezaría a hacer preguntas.

De su faceta empresarial, la Guardia Civil cree que sólo era una tapadera que le permitía además enjuagar unas ganancias de difícil justificación. Si a una organización les pedía 180.000 euros para atar todos los cabos de un alijo, él podría llevarse supuestamente unos 40.000 euros de comisión. Cuando registraron su casa, se toparon con la ostentación habitual de los traficantes. Dicen que cuando iba a ser detenido, una de las primeras cosas que dijo fue que nunca había tocado droga alguna. Creía que ésa iba a ser su salvación.