El escritor, en el despacho de su casa de Madrid. :: L. V.
Sociedad

El peruano que quiso ser español

BILBAO. Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Mario Vargas Llosa llegó a España por primera vez en 1959. Venía con una beca y se matriculó en la Universidad Complutense, donde se doctoró en Filosofía y Letras. Fue el inicio de la relación con un país cuya nacionalidad adoptó en 1993, sin renunciar a la peruana. Aquella su primera estancia fue breve: apenas un año.

A finales de los sesenta, convertido ya en un escritor de éxito, vivió en Barcelona en los años efervescentes del tardofranquismo, cuando la capital catalana era el centro de la modernidad hispana, abanderada por los integrantes de la autodenominada 'gauche divine'. Allí coincidió con Carlos Barral, Carmen Balcells, Ana María Moix, José María Castellet, Óscar Tusquets, Beatriz de Moura... y Gabriel García Márquez.

Después su vida ha sido un continuo deambular por Europa y América, pero siempre con España como destino recurrente, sobre todo a partir de comienzos de los noventa, cuando el rumbo tomado por la política peruana tras el triunfo de Alberto Fujimori aconsejó su salida del país. Entonces, se trasladó a Madrid y pidió la nacionalidad.

A partir de ese momento, aunque habitualmente no pasa más que unos pocos meses al año en su casa madrileña -un dúplex en uno de los rincones más hermosos del barrio de los Austrias-, su presencia ha sido mucho más notoria. Premio Cervantes en 1994, académico de la Lengua desde 1996, colaborador en diarios españoles, jurado en galardones literarios e incluso apoyo visible y sorprendente para muchos de algunas opciones políticas -participó en el acto de presentación de UPyD, la formación de Rosa Díez-, puede asegurarse que su participación en la vida cultural y social española es más notable que en la peruana.