Una cuestión de justicia tras muchos años de incomprensible agravio
No se ha vuelto a escribir con aquella densidad de lengua y de tensión creativa con la que salieron novelas como 'La ciudad y los perros'
Actualizado:La concesión del Nobel de Literatura a Mario Vargas Llosa es un acto de justicia porque hasta hoy era, junto con Ernesto Sabato, uno de los últimos gigantes de la narrativa en lengua española que quedaban vivos sin ese reconocimiento y porque lo merecía tanto como García Márquez, su rival no solo novelístico.
Un verdadero acto de justicia es volver a leer aquellas novelas inolvidables que conformaron el llamado 'boom' porque como se escribió entonces no se ha vuelto a escribir en castellano. No han vuelto a escribir siquiera ni los propios autores con aquella densidad de lengua y de tensión creativa con la que salieron novelas como 'La ciudad y los perros' (1962), que consistía en una cruda y destemplada sátira de un hospiciano internado de formación militar en el que los 'perros' no eran otros que los propios alumnos y que probablemente fue el esbozo temático de 'Los cachorros' (1967).
Es ésta otra novela inolvidable cuya acción se desarrollaba dentro de un colegio religioso para las clases medias peruanas y donde la 'castración' moral que sufrían los muchachos a base de una cultura centrada en el culto al deporte adquiría su plasmación gráfica en el accidente que llegaba a sufrir uno de ellos en las duchas cuando un perro se le acercaba y le arrancaba el miembro de un certero mordisco todo menos providencial. Vargas Llosa ha sido el gran narrador de la alienación del individuo en los ambientes cuarteleros en los que siempre ha sabido introducir la alusión al sexo bien fuera por triste ausencia o por pintoresca presencia como es el caso de las abnegadas prostitutas que desfilaban por otro libro inolvidable como 'Pantaleón en las visitadoras' (1973) en el que se supo manifestar otro aspecto nada desdeñable de la obra de Vargas Llosa y que es el del humor que ya se dejaba entrever en el propio eufemismo con el que se aludía a esas servidoras del placer.
Novelas revelación
No es casualidad que la novela que siguió a la citada fuera 'La tía Julia y el escribidor' (1977), una maravillosa parodia de los seriales radiofónicos en la que a la vez narraba un capítulo autobiográfico nada exento de emoción épica: la historia de amor con su tía y la huida de ambos a Europa en contra de la voluntad de toda la familia. Con 'Lituma en los Andes', la obra que le dio el premio Planeta en 1993, volvía a un personaje, el Sargento Lituma, que ya circulaba por una de sus primeras 'novelas revelación' que tampoco debe obviarse como es, sin duda, 'La casa verde', publicada en 1966. Por otra parte y para reconocer, ahora que le han dado el Nobel, su gran faceta de ensayista, el lector puede recurrir, a un título mítico,'García Márquez: historia de un deicidio', el libro laudatorio que le dedicó en 1971 a su antiguo amigo y que pasó tres décadas sin reeditarse. Sería una manera de hacer por fin justicia a los dos. La misma justicia que por fin les ha hecho la Academia Sueca.