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El escritor peruano Mario Vargas Llosa recibe la felicitación del ex presidente peruano Alejandro Toledo en Nueva York tras la concesión del Nobel. :: AFP
Sociedad

Vargas Llosa premia a la Academia con el Nobel

Tras años erráticos, el galardón va a parar a un escritor reconocido por la crítica y adorado por el público «Gran parte de este premio se lo debo a España», afirmó el autor hispano-peruano

PEDRO SAN JUAN
MADRID.Actualizado:

Esta vez no ha habido criterios políticos ni equilibrios geográficos. No ha ganado lo políticamente correcto. Tampoco han vencido las excentricidades (que las ha habido, unas cuantas, en los últimos años). Simplemente ha ganado el arte. El escritor hispano-peruano Mario Vargas Llosa, de 74 años, ha sido reconocido con el premio Nobel de Literatura por «su cartografía de las estructuras del poder y sus aceradas imágenes de la resistencia, la rebelión y la derrota del individuo», según reza el acta de la Academia Sueca.

Premio Cervantes, premio Príncipe de Asturias de las Letras, premio Rómulo Gallegos, premio Planeta, académico de la Lengua, doctor 'honoris causa' por varias universidades de Europa, América y Asia. Lo tenía todo. Lo había ganado todo. Solo le faltaba el Nobel. Y al fin se le ha hecho justicia. Hacía veinte años que el prestigioso premio no iba a parar a un escritor de habla hispana. El último fue Octavio Paz (1990); el penúltimo, Camilo José Cela (1989).

Vargas Llosa se enteró de la noticia en Nueva York, donde se encuentra impartiendo clases de literatura en la universidad de Princeton. Le llamaron por teléfono y pensó que era una broma. El eterno candidato reaccionó como en el cuento del lobo: tantos años en las quinielas, no se lo llegaba a creer. «Me siento conmovido y emocionado; este premio es un reconocimiento a la literatura latinoamericana y al idioma español», fueron sus primeras palabras a la radio colombiana RCN. El escritor les felicitó por la primicia: «Han sido ustedes los primeros, qué buenos periodistas, que me han encontrado».

A partir de ese momento no paró en hacer declaraciones a los cinco continentes. «Estaba despierto, trabajando desde las cinco de la mañana; a las seis sonó el teléfono y se puso mi mujer; me dijo: «Te ha llamado un señor en inglés». Pero la comunicación se cortó. Posteriormente confesó que de esa llamada solo se esperaba malas noticas: «Una llamada a esas horas de la madrugada casi nunca es para contarte nada bueno». El señor al que se refería su mujer no era otro que el secretario general de la Academia Sueca, Peter Englund. «Pensé que era una broma porque ya le ocurrió a Alberto Moravia. Le llamó un enemigo para decirle que le habían dado Nobel y era mentira».

El escritor, como todos los escritores, quiere que su próxima novela sea la mejor. Se titula 'El sueño del celta' y estará en los escaparates el tres de noviembre. Si todas sus creaciones han sido un éxito de ventas, esta, seguramente, batirá todos los récords aupada por la inercia de todo un galardón como el Nobel. «He estado tres años trabajando en ella; es una historia llena de aventuras». La novela se basa en un personaje histórico, el irlandés Roger Casement, cónsul británico en el Congo a principios del siglo XX y amigo del escritor Joseph Conrad.

Infancia conflictiva

Jorge Mario Pedro Vargas Llosa nació el domingo 28 de marzo de 1936 en la ciudad de peruana de Arequipa. Sus padres, Ernesto Vargas Maldonado y Dora Llosa Ureta, ya estaban separados cuando vino al mundo. No conocería a su progenitor hasta los diez años de edad. Aunque discrepa en muchas cosas con Gabriel García Márquez, sobre todo en política (el colombiano aprecia a Fidel Castro, el peruano lo aborrece como dictador), ambos coinciden en la importancia de la infancia y la adolescencia en la formación de cualquier individuo. «En esa franja de la vida está todo», dicen ambos, y de ahí han ido tirando del hilo hasta construir una obra que representa un monumento a la literatura y un homenaje a un idioma que lo empezó a balbucear el riojano Gonzalo de Berceo en el siglo XIII y que hoy lo hablan más de 450 millones de personas.

Vargas Llosa lo confesó explícitamente ayer: «Gran parte de este premio se lo debo a España; es en este país donde me hice un escritor conocido y desde donde estoy recibiendo más llamadas telefónicas». Y añadió: «En España fue donde mi obra fue publicada, fue reconocida y fue promovida». El flamante ganador del Nobel también tuvo palabras de agradecimiento hacia las personas que le han ayudado en su trayectoria. Una de ellas Carlos Barral, su primer editor. La otra Carmen Ballcells, su editora actual. «Estoy seguro que debe estar tan contenta como yo; ha hecho lo posible y lo imposible para darme a conocer».

Cuando en la ciudad de Lima le dijo a su padre que quería estudiar Letras, el padre montó en cólera. Cuando a los 18 años le anunció que se iba a casar con su tía Julia Urquidi, el berrido de su progenitor se oyó en todo el Perú. Estas turbulencias infantiles y juveniles -hubo épocas en las que pasó estrecheces económicas, incluso llegó a trabajar en un cementerio- le inspirarían 'La ciudad y los perros', obra con la que obtuvo el premio Biblioteca Breve (1960), y también le sirvió de base para esa deliciosa e imprescindible novela que lleva por título 'La tía Julia y el escribidor'.

El goce de escribir

Novelista, cuentista, dramaturgo, poeta, ensayista, cronista, periodista, ha publicado más de un centenar de obras e innumerables artículos. Desde su primer libro, 'Los jefes' (1959), que obtuvo el premio Leopoldo Alas Clarín, la carrera del escritor peruano ha sido imparable. «Le he dedicado muchas horas a la escritura, pero ha supuesto un gran gozo, un gozo que comporta sacrificios y también grandes recompensas», dijo ayer el autor de títulos como 'La casa verde' (1965), 'Conversaciones en La Catedral (1969), 'La guerra del fin del mundo' (1981) o 'La fiesta del Chivo' (2000), novelas que se han convertido en clásicos contemporáneos. Pero como es difícil ser sublime sin interrupción, también tiene obras fallidas; una de ellas 'Lituma en los Andes', con la que ganó el Planeta en 1993.

Si como novelista casi nunca baja del notable, tampoco lo hace en su faceta de ensayista y cronista. La precisión y el conocimiento con la que analiza de los escritores que le apasionan (Flaubert, Víctor Hugo, Juan Carlos Onetti, Sartre o Camus) es difícil encontrarla en los críticos profesionales. Al menos no se encuentra con la perspicacia y la calidad literaria que acredita el escritor peruano. Un ensayo como 'La verdad de la mentiras' se le lee con la misma facilidad y naturalidad con la que uno bebe un vaso de agua. Y lo mismo se puede decir de sus recuerdos políticos, cuando intentó ser presidente de Perú, que quedaron magistralmente reflejados en el volumen 'El pez en el agua'.

En 1964 se divorció de Julia Urquidi. Al año siguiente se casó con Patricia Llosa. De la unión nació Alvaro (1966), que sigue la estela de su padre, Gonzalo (1967) y Morgana (1974). Si su escritura es siempre en español, no lo es su lugar de residencia. A Vargas Llosa se le puede encontrar en su preciosa casa de Madrid, muy cerca del Palacio Real. Pero, sin previo aviso, puede aparecer en Londres, París, Barcelona o Nueva York. En la ciudad de los rascacielos -si el Nobel no le obliga a cambiar de planes- tiene pensado permanecer hasta el mes de diciembre. Está impartiendo un curso magistral sobre la obra de Jorge Luis Borges. «La buena literatura es un entretenimiento fantástico, pero también es algo que proporciona conocimiento sobre el mundo en que vivimos», le dice Vargas Llosa a sus alumnos.