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La negociación se rompe en Bélgica tras cuatro meses sin Gobierno

FERNANDO PESCADOR
BRUSELAS.Actualizado:

Bélgica se está precipitando cuesta abajo por el terraplén del absurdo. Bart de Wever, el independentista flamenco de la NV-A devenido en hombre fuerte del país tras las elecciones de junio, ha dado abruptamente término a las negociaciones para la reforma del Estado que mantenía con socialistas, verdes y democristianos francófonos, considerándolas fracasadas. Se trata de la segunda vez que una cosa así sucede desde junio y el país, que vive dirigido por un Gobierno en funciones desde la convocatoria de elecciones -el 22 de abril- encara ahora un nuevo impasse hasta que el rey Alberto II acierte a poner sobre raíles una nueva vagoneta con un equipo de negociadores a bordo.

¿Quiénes? Pues todavía no se sabe porque De Wever ha dado a entender que podría reanudar las discusiones con los mismos interlocutores que hasta ahora, o abrir la puerta a los liberales.

La causa más aparente de la ruptura es la pretendida quiebra de la Hacienda del Estado. Los flamencos quieren que se transfieran a las entidades federadas (Flandes y Valonia, Bruselas carece de autonomía financiera) 9.000 de los 35.000 millones que el Estado recauda al año a través del Impuesto de las Personas Físicas. Con ello, la autonomía fiscal de las entidades federadas doblaría en cuantía a la actual y Flandes gestionaría del orden del 45% del total de sus ingresos. La base imponible del impuesto, sin embargo, estaría armonizada para el conjunto del país y las tarifas de las sumas transferidas (los 9.000 millones) se encontrarían normalizadas, a fin de impedir que los flamencos practicaran competencia desleal a los francófonos abaratando impuestos, o que el sur del país se viera abocado al empobrecimiento.