FÚTBOL | PRIMERA DIVISIÓN

El Madrid cambia la tendencia

Espoleados por el nuevo tropezón del Barça, los de ‘Mou’ encontraron su mejor versión y arrasaron a un Deportivo deprimido

MADRID Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Híper motivado sin duda por el nuevo varapalo del Barça, suelto al fin por un gol en el arranque, conducido de forma magistral por Xabi Alonso y con la colaboración de un Deportivo deprimido y extremadamente blando, el Madrid ofreció su primera gran exhibición liguera en el Bernabéu. Se reencontró con el gol y se reconcilió con su exigente afición. Fue un vendaval, un equipo brillante, ambicioso, solidario, rapidísimo y letal en ataque.

Bajo una cortina de agua que anunciaba al fin el otoño, los merengues ofrecieron un recital extraordinario y celebraron, entre otras cosas, los dos goles de Ronaldo. Tocaron rápido, se desmarcaron, se asociaron a las mil maravillas por todo el campo y remataron como los grandes campeones. Un fútbol moderno, trepidante, sin tanta elaboración como el del Barça pero más contundente. Fueron y pudieron ser bastantes más goles ante un adversario que, si Lotina no lo remedia y no da con la fórmula que alegre los rostros y suelte las piernas, peleará por la permanencia.

Mourinho se dejó de experimentos, de ese extraño trivote que presentó en Auxerre, y volvió a su esquema tipo, con dos medios, un enganche, dos jugadores bien abiertos a las bandas e Higuaín percutiendo. Después de varios días ‘encerrados’ en Valdebebas, conjurados para cerrar filas, dar lo mejor de sí y exponerse menos ante la opinión pública, ansiaban los blancos hablar sobre el césped. Y más después de que, poco antes de arrancar su choque ante el Deportivo, conocieron que el Barça, ese equipo intratable y elogiado de forma unánime, pinchaba por segunda vez en casa, y otra vez ante un equipo modesto. El regalo del Mallorca de Laudrup espoleó a los madrileños, y de qué forma.

Salió el Madrid con la defensa casi en el centro del campo, Xabi Alonso muy activo y los atacantes más móviles que de costumbre. El campo, con un césped excelente y rapidísimo a causa de la intensa lluvia, invitaba a las rápidas transiciones, a ese juego vertical y bastante directo que caracteriza a los equipos de Mourinho, alejados de la filosofía de Guardiola pero muy contundentes. Aunque hasta ahora el Madrid estaba peleado con el gol, a nadie escapa que la falta de pegada era la última preocupación de ‘Mou’. Sabía el luso que con los jugadores de que dispone, marcar sólo era cuestión de tiempo. De ahí que su primera e innegociable premisa sea mantener su puerta a cero.

Fútbol total

Acostumbrado a sufrir ante rivales encerrados, sobre todo lejos de casa, soñaba el madridismo con un partido que se pusiera de cara enseguida. Con ventaja en el marcador y al contragolpe, este equipo puede ser letal, tal y como demostró ante los coruñeses de Lotina. Por fin Cristiano marcó su primer gol en jugada. En realidad fue un saque de esquina en el que cabeceó de maravilla. Ni un remate de voleibol hubiera sido tan preciso como su testarazo hacia abajo, seco. Con ese 1-0 a los tres minutos y frente a un rival en horas bajas, todo iba a ser coser y cantar.

Lejos de guardar la renta, entendió el Madrid que era el día de transformar los murmullos y pitos del Bernabéu en aplausos. Xabi supo contactar con Özil y el alemán de origen turco enhebrar el juego con el tridente de ataque. El segundo gol dibujó una ejecución perfecta. Combinó la porfía de Cristiano, la solidaridad de Higuaín y la magia de Özil. Pudo de tirar a la primera con la derecha el teutón, pero recortó, levantó la cabeza y la puso pegada al palo. El Madrid era un huracán devastador. Su ataque era brutal, imposible de frenar por un equipo tan blandito como este Depor decadente.

Se veía venir el tercero, más que nada porque los locales seguían empeñados en cambiar la tendencia y los gallegos estaban abiertos en canal. Fue otro gol sensacional, un ejemplo de ataque versátil. Higuaín se desmarcó hacia la izquierda, recibió de Xabi Alonso y templó un centro que cabeceó Di María como un ariete de toda la vida. El argentino recordaba a Santillana. A los deportivistas sólo les quedaba esperar al descanso y, si acaso, aplaudir a tan atinado adversario.

Más de lo mismo en la reanudación. Tuvo alguna el Depor para maquillar el resultado, pero Lassad y Juan Rodríguez se topaban ante Casillas. ’Mou’ entendía que era el momento de conceder un descansito a los alemanes y dar minutos a los menos habituales e incluso al canterano Juan Carlos. El chaval salió ya con la manita, después de que el ‘Pipa’ empujara un pase de Di María y Zé Castro marcase en propia meta antes de lesionarse. El gol de Juan Rodríguez, de cabeza, apenas consiguió que los de Lotina se sintieran futbolistas, no víctimas de ese ‘huracán Mou’ que reactivó Cristiano.