PROS Y CONTRAS
DIPUTADO SOCIALISTA EN EL PARLAMENTO EUROPEOActualizado:Una ola de apertura a la sociedad obligó a los partidos a revisar sus sistemas de elección de candidatos. Eran los años noventa y se empezaban a observar síntomas de rechazo a las listas cerradas que elaboraban los partidos, sin que el ciudadano pudiera seleccionar y, por tanto, primar o castigar a las diferentes personas de una candidatura.
Eran también los tiempos en los que las maquinarias de los partidos se encerraban en defensa de los suyos, cuando les rodeaban informaciones sobre supuestas actividades irregulares de algunos de sus dirigentes. Eran los tiempos de liderazgos fuertes y aparatos sólidos, que facilitaron -todo hay que decirlo- la transición y la consolidación democrática después de cuarenta años de dictadura franquista.
Las primarias nacieron como una respuesta de más democracia, de más participación directa de los afiliados en la elección de sus representantes al poder público. Eran también, y lo son, una oportunidad de compartir con el resto de la sociedad una elección que les afecta y por tanto, son una manera de presentar y conocer a los candidatos en una fase previa a las elecciones. Por supuesto, dinamizan la vida interna de un partido y abren oportunidades a candidatos o personalidades que no están amparados por el poder orgánico, ofreciendo a los militantes un abanico de opciones, inexistentes sin primarias. En muchos casos son un ejercicio de democracia interna y una buena expresión de la política buena que la legitima y la acerca a los ciudadanos. Las primarias americanas son, probablemente, el mejor ejemplo de ello.
Aplicadas a otras realidades, como la española, las primarias tienen, sin embargo, algunos inconvenientes. El primero es que, circunscritas a la militancia del partido, su potencialidad queda muy disminuida. Por mucha prensa que les acompañe, al final, es una elección entre unos pocos miles de afiliados. Sigue siendo un universo demasiado cerrado, al que el resto de la ciudadanía no accede.
El principal problema, no obstante, es la división interna que producen. Se quiera o no, en unas primarias como las de Madrid, por ejemplo, todos y cada uno de los militantes se posicionan y, al hacerlo, el partido se abre en canal. Por último, está el problema de la bicefalia. El PSOE no tiene esa cultura y la que se produjo en el caso Borrell-Almunia no fue bien. Una reproducción de ese esquema, cuando pierde un secretario general, nos aboca a situaciones orgánicas difíciles.
Hacer de la necesidad virtud, es una regla importante en política (y en todo en la vida) y eso es lo que toca y lo que estamos haciendo. En el caso que nos ocupa, hay que explotar las primarias para subir peldaños en el conocimiento popular de los candidatos y en la mejora de sus posibilidades para las elecciones de mayo.