La apuesta de Zapatero
Trinidad Jiménez Ministra de Sanidad
MADRID.Actualizado:Trinidad Jiménez es la candidata de Zapatero para las primarias de Madrid. Nadie lo discute. Por algo la irresistible ascensión del líder del PSOE empezó a fraguarse en su casa hace diez años y desde entonces sus respectivas carreras han ido de la mano aunque uno más adelante que la otra. No ha sabido ni ha querido decir no a las peticiones de su jefe, primero aspirante para perder a la alcaldía de Madrid, y como recompensa, secretaria de Estado para Iberoamérica y ministra de Sanidad. Y ahora, a fajarse por la candidatura a la Comunidad de Madrid, un objetivo con más que incierto futuro.
Es de las caras más visibles del zapaterismo, ese socialismo heterodoxo con acento ciudadano impulsor de los derechos civiles. Cuenta con los parabienes de los pesos pesados del Gobierno y con el de todo el que es alguien en la dirección del PSOE. Ese respaldo ha convertido a estas primarias en algo más que primarias. 'Trini' es uno de esos escasos políticos que se identifican con solo mencionar su nombre, en este caso su apócope, y eso es un valor impagable para la mercadotecnia electoral. Cae, en general, bien, y hasta la oposición reconoce su gestión en Sanidad. Las encuestas, además, juegan a su favor.
Mas tiene un lastre, la imagen de 'usurpadora' de una candidatura que su rival se ha trabajado a pico y pala durante estos tres años mientras ella disfrutaba de los oropeles gubernamentales. Su triunfo sería entendido por muchos como el de la imposición del líder y el desprecio a la labor callada, una bofetada para esos dirigentes entregados a la grisura del trabajo cotidiano en la oposición y que a la hora de las elecciones son reemplazados por un mirlo más o menos blanco procedente de arriba.
Arrumbada en un rincón de la memoria aquella imagen de la chica con chupa de cuero con la que penó en 2003 durante su enfrentamiento con Alberto Ruiz-Gallardón, ha demostrado ser mucho más que alguien agradable para tomarse unas cañas. Es una política hecha y derecha que, sin embargo, ha hipotecado su futuro a los designios de Zapatero.