Opinion

Reflexiones bodegueras

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No entiendo en absoluto de bodegas ni de vinos, sino simplemente lo que como jerezano puedo haber aprendido en cuanto a conocimientos comunes y generales a lo largo de mi vida, de oídas y de vista. Por lo tanto mi reflexión no es interna al marco, sino producto de una labor de espectador. La reciente llegada de Antonio Fernández a la Presidencia del Consejo Regulador me sugiere algunas reflexiones que ahora pongo por escrito, y de las que tengo la tranquilidad que, previa conversación con personas que sí entienden, no son dislocadas. En primer lugar, la llegada de un ex consejero de Empleo de la Junta al Consejo no deja de tener su gracia. El ex consejero, paradójicamente, que se ha quedado en el paro, y como ha sucedido toda la vida, con dictaduras o democracias más o menos maduras, hay que buscarle destino nuevo, un puesto de poder a ser posible. Correlativamente a esta reflexión, la segunda cuestión que percibo es que esta entronización de Fernández en el Consejo es un ejemplo mas del afán del socialismo por controlar, totalitariamente, todos los resortes del poder, todas las instituciones posibles, allí donde pueda latir una parcela de vida o de sociedad en la que el partido no haya puesto todavía y adecuadamente sus manos. Probablemente esto sea consecuencia de la propia doctrina sobre el poder que el socialismo tiene, y que no es lugar este para analizarla, aunque dicho queda, para otros momentos. Otro aspecto interesante de toda esta historia viene de la mano de las reacciones producidas en el bando o bando vencedores con la victoria, ajustada pero victoria, de Antonio Fernández. Resulta curioso que las manifestaciones que se han vertido no han alabado la posible idoneidad del candidato, su competencia para presidir un organismo como el Consejo, o su conocimiento del sector, de los mercados.no. El discurso se ha escorado hacia la proclamación de que, por fin, se ha roto con mas de setenta años de hegemonía en el Consejo, es decir, el típico discurso pseudoagitador de quien cifra en mas valor lo que se ha derrumbado que lo que se va a construir. Un discurso, que, definitiva, retoma la dialéctica señorito-trabajador. A estas alturas de la historia, deberíamos enhebrar reflexiones más modernas. O a lo peor, resulta que aun late en nuestra tierra una enorme fractura social.