El recuerdo de Honduras espolea a Sudamérica
Ecuador. Los países de la región reaccionan con rapidez para defender a Correa y pactan sanciones para evitar un contagio golpista
BUENOS AIRES. Actualizado: GuardarReunidos de urgencia en Buenos Aires, los presidentes de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) mostraron ayer buenos reflejos para reaccionar de forma inmediata y contundente ante lo que condenaron como un «intento de golpe de Estado y posterior secuestro del presidente ecuatoriano Rafael Correa» y enviaron a sus cancilleres a Quito para apoyar al mandatario acorralado durante varias horas por policías rebeldes.
Los presidentes de Argentina, Bolivia, Colombia, Chile, Perú, Venezuela y Uruguay, más representantes de Brasil y Paraguay llegaron de noche a Argentina convocados por la presidenta Cristina Fernández y permanecieron reunidos hasta la madrugada del viernes. Así, apenas horas después del inicio de la sublevación ecuatoriana, Unasur ya había emitido un enérgico comunicado conjunto de condena y advertencia.
Entrenados en la crisis de Honduras que cogió a la región casi por sorpresa, los presidentes advirtieron ahora que «no tolerarán bajo ningún concepto» nuevos desafíos a las autoridades democráticas y anticiparon que si vuelve a quebrar el orden constitucional adoptarán «medidas concretas e inmediatas». Entre ellas, se encontrarían sanciones como el cierre de fronteras, la suspensión del comercio y la provisión de energía y suministros.
Muy conscientes del coste a medio plazo que tiene la impunidad, los presidentes también exhortaron al Gobierno ecuatoriano a «juzgar y condenar» a los responsables de la asonada, un fenómeno aún pendiente en Honduras. Allí, el golpe cívico militar se resolvió con una convocatoria electoral que legitimó, al menos de forma parcial, la rebelión contra Manuel Zelaya.
Amenaza distinta
La rápida reacción de Unasur, que fue mucho más tajante y efectiva en Ecuador que en Honduras, fue decisiva para que esta nueva conspiración no derive en un golpe de Estado, una amenaza que sigue latente en América Latina. Los expertos sostienen que en la región ya resulta muy improbable un golpe de Estado convencional como los que multiplicaron en los años 70, pero alertan de que sí se debe estar preparado para rebeliones azuzadas por opositores que no se proponen mucho más que impulsar por la fuerza un cambio de orientación en el Gobierno, tengan o no el apoyo de alguna potencia extranjera.
Si bien en el texto de los presidentes de Unasur no hubo menciones explícitas a Honduras, el fantasma del golpe en ese país, cuando fue destituido Zelaya, sobrevoló la cita convocada por la nueva crisis. El canciller argentino, Héctor Timerman, anticipó el espíritu que tendría la cita de Buenos Aires: «vamos a establecer que el límite es Honduras», subrayó. Al finalizar la cumbre, Hugo Chávez llamó la atención sobre la falta de condena a los golpistas hondureños y advirtió sobre el mensaje negativo que se envía a la región. «La impunidad es un cáncer que amenaza las democracias», alertó.