La campaña baila a ritmo de bossa nova
RECIFE.Actualizado:En cuanto se acerca la melodía que emana de los altavoces ambulantes el taxista empieza a mecerse sin dejar de mirar la calle. Es un gesto inconsciente, pero en lo más profundo de su mente quedará también grabado no sólo el ritmo, que tararea si pensar, sino un número clave, el 1221, que al anotarlo en las urnas convertirá a Fernando Siquiera en candidato federal.
No hace falta que sepa quién es. En Brasil una canción vale más que mil palabras. En el país de la samba y la bossa nova el ritmo de campaña lo ponen las canciones electorales, que contienen la verdadera estrategia de partido y hasta instrucciones de voto. «Marque 4, marque 3», corea el estribillo de Marina Silva, candidata a la presidencia del Partido Verde. Aunque la ex ministra de Lula está a demasiada distancia de los dos principales competidores, se la acredita con haber puesto el medio ambiente en la mesa del debate. Su 14% de los votos también pueden impedir que Dilma Rousseff alcance el 51% preciso para proclamarse presidenta, con lo que Silva habría forzado una segunda ronda que, en opinión de algunos, puede dar la vuelta a la partida.
«Si hay segunda vuelta, será como empezar de nuevo. Serra y Silva podrían aliarse. Ella complementaría muy bien el programa del líder de la oposición, que carece de política medioambiental, y juntos sumarían los votos necesarios para vencer a Rousseff», opina Manoel Alceu Affonso Ferreira, fiscal del estado de Sao Paulo. «El juego volvería a comenzar y las posibilidades serían infinitas».
El anuncio del candidato del Partido de la Socialdemocracia Brasileña, José Serra, es casi como un musical de Broadway. «Voto por Serra porque el pueblo le tiene fe», dice el primero en saltar a escena. Inmediatamente todos en la calle se levantan a cantar: «Cuando se conoce a una persona en seguida se sabe que es gente bueeeeena», sigue la canción. «¡Vamos a por el segundo turno, y después, ¡a la victoria!». Y es que ni el líder opositor que más cerca pisa los talones a Rousseff sueña con vencer. Su mejor apuesta es que ella no logre el 51% y haya una segunda vuelta.
Serra competirá con la heredera de Lula por el ritmo más pegadizo, pero la letra del Partido de los Trabajadores es la que más se clava en el corazón de los menos afortunados. «Mi Brasil querido, vamos adelante sin volver atrás para mantener el cambio, seguir creciendo y tener mucho más / Lula lo comenzó, seguirá con Dilma. Ella sabe lo que hace / Lula está con ella, yo también. Vea como Brasil ha cambiado, ¿quieres más y mejor? Es por eso que voy con Dilma».
'Lo que diga Lula va a misa'. Con ese tono religioso el presidente al que llaman el padre de Brasil aparece en un anuncio de la televisión de Río de Janeiro, sentado en una butaca con la mano tendida a un candidato federal que la sostiene con devoción, mientras Lula cuenta a la cámara que es un buen hombre que va a ayudar al pueblo. «No le defraudaré, se lo prometo», asegura éste agarrándole el puño con las dos manos como si fuera a besarle el anillo. Sólo le faltó llamarle Don Corleone, que no hubiera chocado con la escena de película y la voz rota del todopoderoso presidente que acaba con un 80% de popularidad.