MUNDO

Correa denuncia un intento de golpe

Policías y militares cercan al presidente en un hospital y obligan a decretar el estado de excepción

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Militares y policías generaron ayer el caos en Ecuador para protestar por la nueva Ley de Servicio Público, que reduce sus beneficios, ascensos y condecoraciones. Empezaron con la toma de la principal base militar de Quito, la paralización de aeropuertos y el bloqueo de los accesos al Parlamento. El presidente, Rafael Correa, operado de nuevo hace una semana de una rodilla, se acercó con sus muletas hasta el regimiento para tratar de conversar con los ochocientos amotinados. No le dejaron entrar, pero el mandatario consiguió acceder desde una ventana para entrevistarse con sus dirigentes.

Los insultos y los abucheos fueron de tal calibre que apenas se escuchó su voz, aunque no lograron amedrentarle. «Señores, si quieren matar al presidente, aquí está. Mátenme si les da la gana. Mátenme si tienen valor, en vez de estar en la muchedumbre, cobardemente escondidos». Y rabioso, agregó: «Si quieren tomar los cuarteles, si quieren dejar a la ciudadanía indefensa, si quieren traicionar su misión de policías, su juramento, traiciónenlo, pero este presidente y el Gobierno seguirán haciendo lo que deben».

Pero lejos de calmarse, los ánimos se exaltaron más. Los insubordinados rodearon a Correa y consiguieron separarlo de su escolta. Acorralado, vapuleado y atacado con gases lacrimógenos tuvo que ser trasladado en coche hacia una hospital después de que sus ayudantes lograran rescatarlo y le colocaran una máscara. No pudo ser evacuado en helicópero ante la imposibilidad de que la nave aterrizara en el destacamento militar.

Su marcha se produjo entre abucheos y gritos. «Por nosotros está en el poder Correa» o «vamos a la guerra civil» fueron los eslóganes más coreados. El mandatario, por su parte, les reprochó tener «mala memoria» porque, según indicó, fue él quie les subió los salarios.

Desde el centro de salud, donde nuevamente quedó atrapado por un cerco de los uniformados, acusó a parte de la oposición de un «intento de golpe de Estado» y definió la sublevación como «una conspiración que se preparaba desde hace tiempo». Explicó asimismo a una radio local que en el tumulto se le dobló la pierna. «Estoy con suero y con tratamiento de analgésicos. Nos dispararon bombas lacrimógenas. Al presidente de la República», dijo.

Miedo al asesinato

En la calle, conforme crecía la protesta, también se movilizaron simpatizantes del izquierdista gobernante después de que el canciller, Ricardo Patiño, arengara a «rescatar» a Correa, que aseguraba que había personas que intentaban forzar la puerta de la habitación donde se encontraba y que podrían asesinarle. Varios centenares de seguidores llegaron hasta la sede del Gobierno, por donde también hicieron acto de presencia los rebeldes. Los choques fueron inevitables.

Además de en Quito, policías y militares también protagonizaron protestas en otras ciudades de Ecuador, donde obligaron al cierre de escuelas y comercios. El caos fue tal que incluso el presidente del Banco Central tuvo que hacer un llamamiento a la calma para que los clientes no retiraran los fondos.

Lo más preocupante era la confusión. Pero Ernesto González, jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, ratificó en una carta su «respaldo al Gobierno y a la democracia» e insistió en que los militares estaban «subordinados a la máxima autoridad, que es el señor presidente de la República». Asimismo, el jefe del Estado Mayor de la Policía, Florencio Ruiz, llamó a sus subordinados a deponer la actitud. «Entiendo los problemas de los agentes, pero no estamos de acuerdo con desmanes», dijo.

La crisis se suma al disgusto del jefe del Estado con diputados de su bancada que votaron contra la ley que reducía los beneficios de los uniformados. Por esa razón, Correa contempla disolver el Parlamento y convocar elecciones anticipadas. El ex presidente y ex militar Lucio Gutiérrez también pidió volver a las urnas. El oficialismo lo responsabiliza de instigar la protesta.