La Mallorquina le planta cara a los piquetes
Los comercios del centro resisten y viven los momentos más tensos del día, mientras las grandes superficies no dudan en cerrar sus puertas
Actualizado:Sobre las siete de la mañana la Mallorquina (establecimiento más que conocido en la ciudad y situado en la plaza de la Iglesia) se disponía abrir mientras un empleado recordaba con un cliente la última huelga general, «entraron al local y me tiraron un cenicero. También lanzaron al suelo todos los vasos de la barra». Unas horas después este local volvió a convertirse en el punto 'caliente' donde se descargó toda la tensión de los piquetes.
Mientras lograron cerrar grandes superficies sin dificultades, como es el caso de Bahía Sur (que reabrió horas después), supermercados y establecimientos del centro comercial El Plaza, los pequeños locales del centro se convirtieron en la gran 'resistencia' contra los piquetes. En la calle Rosario y San Rafael se sucedieron diferentes enfrentamientos entre los sindicatos y los autónomos, con la participación ciudadana en apoyo de uno u otro bando, sobre el derecho a la huelga y el de trabajar. Discusiones que no llegaron a las manos. Mientras los que hacían paro llamaban a los comerciantes «insolidarios», estos tachaban su forma de actuar de una mera «coacción». Hasta que la comitiva formada por más de 60 personas llegó a la Mallorquina. Aunque permanecía con las puertas cerradas y las cortinas echadas, los golpes en el cristal consiguieron crispar los ánimos y provocó que su dueño saliera para recriminar al piquete. Y en un minuto todo se lió, entre empujones de unos y de otros y fue después la Policía Nacional (que en todo momento realizó una masiva escolta) los que tuvieron que emplearse a fondo para evitar que el incidente fuera a mayores.
Una vez pasado este torbellino, los comercios volvían a abrir sus puertas. Aunque finalmente consiguieron que el 80% de este sector se sumara a la huelga, mientras que en la administración local este índice no llegaba al 11%.
Como un desierto
Donde se alcanzó el mayor cupo de inactividad (hasta el 95%) fue en la industria. Navantia cerró a cal y cantó y sólo contó con los servicios esenciales para su mantenimiento. Fadricas por su parte parecía un desierto, al igual que Tres Caminos, en el que apenas había flujo de vehículos ni empleados en las naves. Aquí se produjo un nuevo enfrentamiento cuando hicieron acto de presencia los que fueran trabajadores de Delphi que recriminaron a los sindicatos su forma de actuar. En los colegios, a pesar de que la mayoría de profesores estaban en el centro, fueron pocos los niños que finalmente accedieron a las aulas.
Para los participantes, la convocatoria fue todo un éxito, e incluso pararon los trabajos del tranvía, sin que finalmente se produjera un incidente grave más allá de la quema de neumáticos, que fueron inmediatamente apagados.