«Luché contra el PP y me estafó ZP»
Méndez y Toxo animan a Zapatero a que se agarre al 29-S «como un clavo ardiendo» para cambiar su política
MADRID.Actualizado:El colofón a la séptima huelga general de la democracia lo pusieron ayer decenas de miles de personas en una gran manifestación que recorrió sin incidentes el centro de Madrid al grito de «Así, no. ¡Rectificación ya!». La de la capital fue la concentración más multitudinaria, pero ciudadanos de otras ciudades también salieron a la calle durante la jornada. Fue relevante la de Barcelona, a la que asistieron, según los sindicatos, 400.000 personas, cifra que la Guardia Urbana rebajó a 120.000.
El lema oficial resultó ser el menos aguerrido de los que se corearon durante la marcha. Los asistentes, pertrechados con banderas sindicales o de las fuerzas políticas de izquierda que han secundado la protesta, dejaron constancia de su exasperación ante las últimas decisiones económicas del Ejecutivo socialista. «Luché contra el PP y me estafó ZP», se coreó con frecuencia en el centro de la marcha.
Las alusiones a José Luis Rodríguez Zapatero fueron constantes. «Traidor, vendido o torpe» fueron algunos de los calificativos dedicados al presidente del Gobierno. Algún autor de pancartas forzó un poco la gramática en busca de una rima de máxima actualidad informativa: «ZP por mal...aya que se vaya», en alusión al macrojuicio que se celebra en Málaga contra la corrupción urbanística.
También hubo recaditos contra la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, a la que reprocharon su decreto «abusivo» de servicios mínimos, y contra el presidente de la patronal, Gerardo Díaz Ferrán. El ambiente, en líneas generales, fue reivindicativo, pero alejado de cualquier extremismo. El perfil del participante también fue muy variopinto: personas de la tercera edad, charangas, jóvenes anti-sistema de estética punk, padres transportando a sus hijos en carritos pero, sobre todo, sindicalistas de UGT y CC OO.
Cándido Méndez e Ignacio Fernández Toxo no escondieron su satisfacción al inicio del recorrido. La desigual respuesta a la huelga general hacía temer una afluencia menor a la manifestación. Un miedo que los organizadores disiparon al ver la marea humana que se ponía en marcha entre las plazas de Neptuno y Cibeles.
Méndez, antes de aferrarse a la pancarta, animó a Zapatero a utilizar la huelga general para «zafarse del callejón sin salida en el que él mismo se ha metido». El secretario general de UGT también sugirió al presidente del Gobierno que se agarre como un «clavo ardiendo» a la huelga general y que rectifique la reforma laboral ante el «clamor» ciudadano.
Toxo, más incisivo, advirtió de que los sindicatos siguen dispuestos a negociar con el Gobierno, pero «desde la rectificación». Abundó, además, en que esta «grandísima manifestación no puede dejar impasible al Gobierno». El máximo responsable de CCOO insistió en que una ley aprobada en el Parlamento se puede cambiar con otra ley. Reconoció también la «soberanía popular» del Congreso, pero emplazó al Ejecutivo a hacer caso a «esta otra soberanía popular», en referencia a la riada de hombres y mujeres que inundó las calles del centro de Madrid.
Mercados tiranos
El discurrir de la manifestación, que comenzó a las seis y media de la tarde y se prolongó hasta pasadas las nueve de la noche, se complicó porque la cabecera de la marcha, donde se encontraban los líderes de las centrales sindicales convocantes, quedó atrapada en una especie de sándwich entre miles de personas por delante y miles de personas por detrás.
Los cánticos y gritos se acentuaron cuando la muchedumbre se acercó a dos puntos calientes: la Bolsa de Madrid y el Ministerio de Economía y Hacienda. «No a la tiranía de los mercados», espetaron unos. «¡Violencia es cobrar 600 euros al mes!», exclamaron otros.
La manifestación dejó además mil estampas muy significativas en los aledaños de la protesta, unos gestos que mostraron a las claras el sentir de algunos que no pararon aunque se sintieron identificados con las razones de la huelga. En el exterior de una cafetería de la calle Huertas, cercana al punto de partida de la manifestación, se leía un cartel: «Nos solidarizamos con la huelga, pero somos una empresa familiar y la crisis económica nos impide cerrar». En el interior del local, tres personas ataviadas con camisetas de uno de los sindicatos mayoritarios tomaban un café en la misma barra que dos de los policías desplazados para velar por la seguridad.
Muchos aplausos recibieron los portavoces de la Confederación Estatal de Prejubilados y Pensionistas que provocó que se redoblara el «no a la congelación» de las pensiones. Más desapercibido en cambio resultó un colectivo de prostitutas que repartió pegatinas donde se leía: «Yo también estoy de huelga, pero no computo».