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Las huellas del paso del tiempo

El reloj biológico avanza implacable y reserva para cada edad unas potencialidades y unos achaques que, según cómo se afronten, permitirán disfrutar de la siguiente etapa de forma más satisfactoria

MADRID Actualizado: Guardar
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Infancia

Primera infancia. «El niño tendrá una velocidad de crecimiento mayor y vivirá grandes cambios en cuanto a la comunicación», explica la doctora Azcona, especialista en Pediatría de la Clínica Universidad de Navarra.

El bebé pasa de estar prácticamente todo el día durmiendo a ser más activo, especialmente a partir de los seis meses, que es cuando empieza a sentarse. El paso de la lactancia a los sólidos hace que se produzcan cambios en su desarrollo psicomotor. Físicamente, la cabeza es más grande que el cuerpo y el tronco que las piernas.

Problemas más comunes: reflujo gastroexofágico, infecciones de orina y otitis.

Segunda infancia: El niño se hace más delgado y musculoso y se estiliza.«Hay que tener más cuidado con los peligros ya que, al gozar de más autonomía, puede sufrir más accidentes domésticos», aconseja la experta.

Problemas más comunes: infecciones de las vías aéreas, faringoamigdalitis, laringitis y gastroenteritis.

Niñez

Se empieza a tener una coordinación bastante buena. La velocidad de crecimiento se estabiliza: hasta los tres años, el ritmo ha sido rápido. A partir de los seis, viene a ser de cuatro centímetros anuales. Además, gana unos dos kilos por año, aproximadamente. Esto será así hasta que entre en la pubertad.

En el aspecto psicológico, conquista su propio yo y se acelera la socialización, lo que a veces le supone enfrentar sea entornos en donde no percibe esa seguridad que le brindaba su familia.

En el aspecto psicológico, conquista su propio yo y se acelera la socialización, lo que a veces le supone enfrentar sea entornos en donde no percibe esa seguridad que le brindaba su familia. Problemas más comunes: la obesidad, sobre todo, entre los seis y los ocho años.

Adolescencia

Aunque su comienzo es impreciso, la pubertad suele producirse entre los once y los trece años, lo que supone el paso de ser niño a adolescente. Se da lo que se llama ‘el estirón’, vinculado a un importante crecimiento.

Las niñas, que maduran dos años antes que los niños, comienzan con el desarrollo del botón mamario, del vello púbico y axilar, pueden adquirir más grasa y tienen su primera regla. Por su parte, los niños aumentan el tamaño de sus genitales, pueden desarrollar más masa muscular y, al final de la adolescencia, aparecen la barba y el bigote, además de un cambio en la voz.

«No son niños ni adultos, lo que influye no solo en el aspecto físico sino en el psicológico. Aparecen las tensión es entre padres e hijos, ya que el adolescente a veces se vuelve muy desafiante, motivo por el que precisan de una mayor atención y comprensión», explica la doctora Azcona.

Problemas más comunes: nutricionales, como la anorexia y la vigorexia, esta última sobre todo en los varones.

Juventud

En esta franja de edad es cuando aparecen los factores de riesgo que, a partir de los cuarenta años, pueden degeneraren enfermedades. De estos factores algunos de los más comunes son la hipertensión, la diabetes o las dolencias pulmonares debidas al consumo de tabaco.

«Hay que tener en cuenta que en estas edades la gente suele estar sana, salvo enfermedades hereditarias, alguna infección aguda o accidentes», explica el doctor Óscar Beloqui, director de la Unidad de Chequeos y especialista en Medicina Interna de la Clínica Universidad de Navarra. El estilo de vida desarrollado durante estos años es algo que puede marcar ese futuro más o menos saludable.

Adultez

Hasta los cuarenta años, lo habitual sigue siendo estar sano. Es después cuando, muchas veces dependiendo del estilo de vida ya mencionado, comienzan a aparecer riesgos metabólicos, alteraciones de la glucosa, de los lípidos, enfermedades cardiovasculares o signos de arterioesclerosis que se llama subclínica porque no da síntomas pero ya se puede determinar, explica el doctor Beloqui.

A partir de los cincuenta, ya sí es más frecuente que puedan manifestarse tumores, cáncer de mama, de colono pulmón, aunque también depende de componentes familiares y ambientales. Seguir cuidando esos hábitos saludables o adquirirlos si aún no se tienen resulta muy importante para la prevención o la mejora de la calidad de vida.

Madurez

Las personas en esta edad tienden a ser menos precisas y pierden el equilibrio. Es la época en la que se sufre todo lo que uno ha ido acumulando desde los cuarenta (hipertensión, diabetes, obesidad...) y pueden empezar a aparecer enfermedades degenerativas, como la artrosis: «Casi todo el mundo a los sesenta años está articularmente más deteriorado que a los cuarenta por ese desgaste de los cartílagos de las articulaciones», señala el experto de la Universidad de Navarra.

A partir de los sesenta pueden aparecer, aunque de un modo progresivo, los cuadros de demencia, a veces de origen vascular (por falta de riego) o de otro tipo como ocurre con el Alzheimer. El gran problema de salud para los sexagenarios son, por tanto, las enfermedades crónicas.