en el laboratorio

La descubridora de los ojos delatores

La investigadora Celia Sánchez-Ramos, galardonada con el Oro del Gran Premio Internacional de las Invenciones por un sistema de reconocimiento de alta seguridad

MADRID Actualizado: Guardar
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Más de un millar de descubrimientos científicos se presentaron a la Convención Internacional de Inventos de Ginebra de 2010. Venían de 45 países. Finalmente, la investigadora Celia Sánchez-Ramos Roda se ha llevado el Gran Premio con Medalla de Oro. Por primera vez en los casi cuarenta años de historia del certamen, una española ha merecido el máximo galardón.

Gracias al premio, su método de reconocimiento por córnea, llamado a ser la gran revolución de la alta seguridad, ha dejado de ser ciencia ficción para convertirse en «ciencia real y, además, a corto y medio plazo», asegura la ganadora. La misma investigadora de la Universidad Complutense que el año pasado obtuvo de manos de la Organización de Naciones Unidas, a través de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, la más alta distinción: Mejor Inventora de 2009por el ‘Método Alta Eficacia’.

Aunque el nombre del último ingenio ideado por Sánchez-Ramos, no dice demasiado a los profanos, el ‘Método y dispositivo de reconocimiento biométrico mediante córnea’ puede llegar a explicar muchas cosas. Su mentora lo aclara:

«Tras analizar varias partes del ojo, nos dimos cuenta de que la córnea, además de permanecer prácticamente invariable con el paso del tiempo, permite por ser transparente acceder a su cara interior, de modo que podemos conocer su topografía. Parece que, al decir que es transparente, no podríamos obtener nada, pero no es así. El acceso a su cara externa e interna nos permite saber la distancia que encada punto las separa, trazando así un mapa topográfico, como si fuera una cartografía de relieve.

A partir de ahí -continúa la doctora en Medicina Preventiva y Salud Pública-, obtenemos un código cifrado que es característico de cada persona. Esa información, encriptada para que nadie pueda manipularla, e mete en una base de datos y así, cuando haya que identificara un individuo, solo tenemos que ‘fotografiar’ su córnea y comparar con las imágenes registradas anteriormente, de modo que logramos una autentificación de la más alta fiabilidad», concluye la investigadora de la Complutense.

La seguridad de este sistema de reconocimiento biométrico es elevadísima, ya que la manipulación de la córnea es imposible. Esto último no sucede igual ni con las huellas dactilares ni con el iris, alterable con tan solo ponerse unas lentes de contacto. Ni siquiera en caso de una cirugía refractiva, ya que eso supondría todavía una marca más útil para la identificación, como el que tiene un lunar en la cara.

El sistema, además de poderse utilizar con todas las personas, emplea una técnica inocua, no invasiva y sin ningún efecto secundario.

Cuando hace seis años y medio comenzó a trabajar en él, el método iba dirigido a espacios que requiriesen de alta seguridad, como el acceso a áreas restringidas, a armamento o a informaciones confidenciales. Finalmente, podrá será aplicado a otros usos más habituales:«El registro ha resultado ser tan rápido que ya estamos en contacto con una cadena de hospitales para aplicarlo en el reconocimiento de niños pequeños. También se está trabajando en cajeros automáticos y podría utilizarse para el acceso a oficinas, móviles y otros dispensadores, así como para identificar animales», detalla Sánchez-Ramos.

La prevención como tratamiento

A continuación, surge el temor a que el progreso de la ciencia se vuelva contra su propio impulsor. Aunque suene a película, ¿podría alguien arrancar un ojo a otra persona para introducirse en unas instalaciones violando la alta seguridad?

«No, el ojo perdería en el acto su textura a causa del humor vítreo. Perdería la topografía, porque se comportaría como un balón de playa cuando se deshincha. Si te anestesian, tampoco sirve porque los ojos se desvían, con lo que y ano mirarías al lugar adecuado para pasar el reconocimiento», afirma quien acaba de ganarle el pulso a todos los guionistas de Hollywood.

Sánchez-Ramos también lleva años investigando contra la degeneración macular: el ultigalardonado ‘Método Alta Eficacia’. En el centro de la retina existe una zona pequeña llamada mácula, donde la luz se enfoca cuando se mira un objeto, que puede deteriorarse hasta desembocar en una degeneración macular. Asociada a la edad, es la primera causa de ceguera en el mundo desarrollado. Hasta ahora, la única prevención estaba basada en la dieta: verdura de hoja verde tipo espinacas, acelgas o rúcula tomadas mejor crudas que cocidas, y vitaminas B 6 y B 12, que se expenden en las farmacias. Gracias a Sánchez-Ramos, se conoce otro modo que complementa el tratamiento y optimiza la prevención.

La mácula está revestida de un pigmento amarillo que absorbe parte de la luz y se pierde con los años. Muy delicado, solo se regenera a través de la dieta. Lo que sí se puede hacer es cuidarlo.

Su función es proteger de los efectos nocivos de la luz violeta absorbiéndola en parte. La luz, ya sea natural o artificial, se compone de todos los colores del arco iris, pero es la violeta la que, al lindar con la ultravioleta, una radiación súper energética que llega en más cantidad a causa del deterioro de la capa de ozono, tiene efectos nocivos:

«Como ese violeta es un 13% del a luz que nos rodea, tenemos que rebajarlo. Un modo es que las lentes de contacto sean amarillas, de modo que funcionen como suplementarias de la mácula», explica.

Da igual que las lentes estén graduadas o no, el tinte amarillo solo intenta frenar ese desgaste que desemboca en la degeneración macular. El método es tan amplio que ese tinte se podría poner en los parabrisas de los coches, en los cristales de las casas, las pantallas de ordenador o en nuevas protecciones para los ojos de los soldadores. Las gafas actuales no son efectivas porque directamente no se ve nada y se corre riesgo de quemaduras.

Como detalla la investigadora, «la luz blanca es como una paella, los ingredientes no tienen que estar siempre en una misma proporción, de modo que, si hacemos que las fuentes de luz emitan menos violeta, el resultado, si no nos hemos pasado, seguirá siendo blanco».

La doctora incide en que no se cuidan los ojos lo suficiente y desaconseja de plano comprar gafas de sol en lugares poco fiables:«Creemos que, como vemos bien con ellas, no nos están dañando, pero en un análisis observé que el93% son nefastas». La garantía está en las ópticas.