La carrera de la vida
El ser humano vive cada vez más años y en mejores condiciones, pero aún no ha logrado detener el tiempo. El reloj biológico avanza implacable y reserva para cada edad unas potencialidades y unos achaques que, según cómo se afronten, permitirán disfrutar de la siguiente etapa de forma más satisfactoria y situar un poco más lejos el inevitable final del camino
MADRID Actualizado: GuardarCuando uno es pequeño, tiene prisa por hacerse mayor, por poder conducir o vestir zapatos de tacón. Y por llegar a casa a la hora que le dé la gana. Cuando aparecen las primeras canas y las cervicales se ponen pesadas, comienza la lucha por detener el tiempo porque«nos hacemos viejos».
La esperanza de vida del hombre aumenta gracias a los avances científicos y tecnológicos, pero el proceso de envejecimiento es imparable e inevitable: desde muy temprana edad, el organismo se encuentra sometido a un proceso de oxidación.
«El envejecimiento está basado, fundamentalmente, en lo que se llama estrés oxidativo, envejecemos porque nos oxidamos y nos oxidamos porque respiramos», explica Jesús Ángel Fernández-Tresguerres Hernández, director del departamento de Fisiología de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense.
Parte del oxígeno respirado, en lugar de generar energía, se escapa y forma lo que se llaman radicales libres, unos elementos químicos que deshacen todo lo que tocan, ya sean proteínas, hidratos de carbono... Existen unos elementos de defensa frente a los denominados antioxidantes. Lástima que también disminuyen con la edad: «Llega un momento en que el proceso se acelera mucho y entramos en una fase, a partir de los cincuenta años, donde comienza a ser mucho más rápido», matiza el experto.
Se sabe que lo único que realmente incrementa el bienestar, e incluso la expectativa de cumplir más años de vida, es reducir la alimentación. De hecho, un reciente estudio en el que se experimentó con monos así lo demuestra:
«Los que tuvieron restringida la comida no solo gozaban de mejores condiciones físicas, sino que bajaron a la mitad los problemas cardiovasculares, los tumores y, lo que es absolutamente impactante, no hubo ni un caso de alteración metabólica que condujera a una diabetes, frente a más del 50% de los que comían lo que querían», explica Fernández-Tresguerres.
Como no cabe esperar que muchos pacientes se priven de buena gana de ese placer que supone comer, se estudió la reducción únicamente de las proteínas. Se obtuvieron resultados parecidos y sin tanto esfuerzo: con una dieta rica en pescados, verduras y frutas.
La clave del primer año
La clave del primer año Desde la más temprana infancia, durante los primeros meses de vida, se debe inculcar al niño buenas costumbres que se potenciarán hasta los seis años: «Hay que crearle ya los hábitos de alimentación, de estilo de vida y de aprendizaje», recomienda la doctora Cristina Azcona, especialista del departamento de Pediatría de la Clínica Universidad de Navarra y experta en Endocrinología Pediátrica.
Llegada la niñez, que engloba lo que es el periodo escolar, el pequeño está más expuesto a acontecimientos externos: ya no está tan protegido y vigilado, por lo que puede empezar a comer mal. «Esto puede dar lugar a un riesgo mayor de obesidad, sobre todo en el periodo de los seis a los ocho años, por lo que es una etapa muy importante para que el niño adopte esos buenos hábitos de alimentación y adquiera también el de hacer algún deporte concreto o el de jugar en la calle con otros chavales. Debe mantener una actividad importante a lo largo del día para, además, evitar que se acostumbre a jugar sólo con los ordenadores», añade la doctora Azcona.
Pero la niñez no es aún tan expuesta como esa etapa conocida por «la edad del pavo», en la que el ya adolescente intenta tomar las riendas de su vida y rompe vínculos familiares, aislándose en su habitación y preocupándose más por su aspecto. La rebeldía, unida a un desarrollo físico que a veces no sea compaña con la madurez psicológica necesaria, puede dar lugar en casos extremos a problemas que, en el ámbito de la alimentación, podrían desembocar en anorexia y vigorexia, esta última sobre todo en los varones. Sin ir tan lejos, es frecuente que se deje de desayunar, a pesar de ser ésta la comida más importante de todo el día, y a hacer comidas rápidas y, por lo general, muy poco saludables. Sobre todo, si se ingieren muchas grasas animales, a las que no es bueno acostumbrarse porque serán las que haya que restringir para gozar de un envejecimiento más ralentizado.
Pero la niñez no es aún tan expuesta como esa etapa conocida por «la edad del pavo», en la que el ya adolescente intenta tomar las riendas de su vida y rompe vínculos familiares, aislándose en su habitación y preocupándose más por su aspecto. La rebeldía, unida a un desarrollo físico que a veces no sea compaña con la madurez psicológica necesaria, puede dar lugar en casos extremos a problemas que, en el ámbito de la alimentación, podrían desembocar en anorexia y vigorexia, esta última sobre todo en los varones.
Sin ir tan lejos, es frecuente que se deje de desayunar, a pesar de ser ésta la comida más importante de todo el día, y a hacer comidas rápidas y, por lo general, muy poco saludables. Sobre todo, si se ingieren muchas grasas animales, a las que no es bueno acostumbrarse porque serán las que haya que restringir para gozar de un envejecimiento más ralentizado.
Toda esa educación saludable recogerá sus verdaderos frutos pasados los cuarenta. A esa edad se comienzan a reflejar claramente los efectos de los usos y abusos anteriores a través de alteraciones de la glucosa o los lípidos, por poner sendos ejemplos.
El estrés es también un factor que influye mucho en el envejecimiento, aunque es un tema «complicado», tal y como señala el doctor Óscar Beloqui, director de la Unidad de Chequeos y especialista en Medicina Interna de la Clínica Universidad de Navarra.
Insomnio en la madurez
«El estrés es un poco el desajuste entre la capacidad de uno en un momento determinado y las exigencias. Ante ese elemento externo que nos pone en tensión, el organismo produce una serie de hormonas que hacen que la respuesta de cada persona sea diferente ante una misma situación. Pues bien, esa producción de sustancias químicas a diferentes niveles puede favorecer diversas enfermedades, especialmente cardiovasculares, aunque también de ámbito psiquiátrico», matiza Beloqui.
Insomnio, ansiedad, jaquecas, contracturas musculares, depresión o taquicardias son síntomas muy comunes que, en sociedades como la actual, cada vez devienen más frecuentes. La prevalencia es mayor en etapas como la madurez, si bien siempre depende de la respuesta del organismo de cada persona.
Intentar controlar esas situaciones, relajarse y practicar métodos que ayuden a conseguir un estado más sereno, como el yoga, pueden contribuir también a disfrutar de una calidad de vida mejor y una vejez más saludable.
Además del empeño y el trabajo personal, en ocasiones puede recurrirse a complementos alimenticios como el Revidox, elaborado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y los laboratorios Actafarma.
Aparentar menos años
El que ya se hace llamar «elixir de juventud» es un producto preventivo, no terapéutico, que se vale de las propiedades del resveratrol. Esta sustancia se encuentra en el hollejo de las uvas y actúa sobre las sirtuinas, más conocidas como genes de la longevidad, proporcionando mejor calidad de vida y un envejecimiento mucho más saludable.
Una vez que se consigue salvaguardarla salud, se anhela conservarse bien y aparentar algún año de menos. Aunque se conocen componentes de tipo genético que provocan que el aspecto de unas personas y otras varíe en función del tiempo, también se puede actuar desde fuera.
Hay gente con una piel más dada a perder agua y a deshidratarse, lo que provoca la aparición de las arrugas. Ahora bien, esto se puede intentar paliar bebiendo bastante agua, un mínimo de dos litros diarios. Tampoco está de más aplicar cremas hidratantes, amén de todas aquellas que contienen y son ricas en antioxidantes como la vitamina C o el Q10.
A pesar de todo y con suerte, el cuerpo humano envejecerá. Como dejó dicho el escritor Charles A.Sainte-Beuve, «envejecer es todavía el único medio que se ha encontrado para vivir mucho tiempo». Cuanto más, mejor.