La Iglesia ahora os pertenece a vosotros

El viaje del Papa a Inglaterra hace unos días ha sido espectacular. Aunque algunos medios de comunicación en España han ofrecido imágenes y comentarios como si hubiese habido una importante oposición de la gente de la calle a esta visita, los testigos directos, las fotografías, los contenidos de los discursos y la diversidad de personas a las que se ha dirigido y a quienes ha escuchado no parece que puedan justificar objetivamente esta impresión. Ha habido multitudes que lo aclamaban en las calles, y desfiles de galeses y escoceses con sus gaitas. Se ha reunido con la Reina de Inglaterra y con ministros de diferentes gobiernos de esa nación, con educadores, con representantes del clero y fieles de otras religiones, ha visitado al arzobispo de Canterbury en su abadía, ha tenido un encuentro con diferentes representantes de la sociedad británica, habló con los ancianos de una casa de reposo, y beatificó al cardenal Henry Newman. Este viaje ha sido, sobre todo, pastoral, dirigido a hablar de Cristo a los católicos, a los anglicanos y a todos aquellos que quisieran oírle para entenderse a sí mismos. La importancia de este acontecimiento debe ser considerada como histórica: tras casi cinco siglos de ruptura oficial entre el Rey y reino de Inglaterra y el Papa y los católicos, y tras años de aproximación mutua, nos reconocemos hermanos en la fe de Jesucristo, de modo que se ha producido un punto de inflexión radical en las relaciones ecuménicas entre anglicanos y católicos. Quisiera terminar con un texto de un discurso de Benedicto XVI en Glasgow: «En el evangelio de hoy, Jesús nos pide que oremos por las vocaciones: elevo mi súplica para que muchos de vosotros conozcáis y améis a Jesús y, a través de este encuentro, os dediquéis por completo a Dios, especialmente aquellos de vosotros que habéis sido llamados al sacerdocio o a la vida religiosa. Éste es el desafío que el Señor os dirige hoy: la Iglesia ahora os pertenece a vosotros». La Iglesia de Cristo, en Inglaterra y en el mundo, nos pertenece a cada uno, y la podremos vivir y realizar si somos personalmente fieles a su Fundador.