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Tribuna

Ánimo, valiente

ANTONIO ARCAS DE LOS REYES
ECONOMISTAActualizado:

En casi todos los informes que sobre el comportamiento económico llegan a mis manos, destacan en su diagnostico que la economía española necesita cambiar de modelo. La situación actual pone de relieve que debemos rápidamente tender hacia actividades que mejoren la competitividad del país.

Si ello fuera poco, se vislumbra en el escenario «post crisis» (a saber cuándo), que la sociedad se enfrentará a un marco socioeconómico distinto y a nuevos desafíos que exigen una mayor preservación del entorno y del medio ambiente, es decir, debemos trabajar bajo criterios de sostenibilidad en todas nuestras acciones para poder en un futuro ser competitivos.

Leemos en el último boletín económico del Banco de España que «la oferta turística de nuestro país está perdiendo competitividad». Más tarde, y en el citado informe, se señala que «más allá de los efectos de la crisis y de otros factores coyunturales, la evolución observada en los últimos años debe ser enmarcada dentro de un contexto de pérdida de competitividad de la oferta de nuestro país frente a los competidores del Mediterráneo oriental, que, en el segmento de turismo de playa, en algunos casos compiten con instalaciones más modernas que las españolas y con una relación calidad-precio más favorable».

Por último, el citado informe del Banco de España nos indica que la evolución del turismo extranjero en los próximos meses en nuestro país «estará condicionada por el perfil relativamente débil recuperación de algunos de nuestros mercados».

Y en este contexto nos recomienda que «el potencial de crecimiento del sector turístico español pasa por mejorar la calidad y potenciar el proceso de diversificación hacia segmentos turísticos con mayor capacidad de gasto, entre los que destacan el urbano y de negocios, menos sensibles a la competencia de los destinos de sol y playa del arco mediterráneo, con ventajas en precios y costes».

Debemos recordar y reflexionar en el Día Mundial del Turismo que en la historia del turismo de nuestro país las empresas del sector turístico han disfrutado de una muy buena bonanza, por lo que no han tenido necesidad de ser innovadoras. Sin embargo, esta situación ha variado en los últimos tiempos y posiblemente se ha precipitado ahora debido principalmente a la crisis. Esta nueva situación nos lleva a «mirar hacia el futuro», a emprender acciones de cambio donde las empresas y los destinos salgan reforzados de esta situación que sin lugar a dudas nos brinda una oportunidad de «mirar y trabajar para el futuro», oportunidad que no debemos malgastar. «No se puede vivir anclado al pasado». La innovación debe ser uno de los elementos fundamentales para mejorar la competitividad del sector. Nuevas herramientas, fuerza y ganas son los medios para conseguirlo, tenemos que ser valientes y mirar al futuro, solo depende de nosotros. No solo se requiere grandes aportaciones financieras, sino innovación, creatividad, planificación, organización, formación continua de los recursos humanos y, algo muy importante, capacidad de cooperación. Amigos, «la necesidad obliga y el ingenio hay que agudizarlo».

La innovación, principal actuación a desarrollar, no sólo es aconsejable para todos, diría que imprescindible en estos tiempos de turbulencia para la supervivencia de las propias empresas y del sector. Hemos pasado de los tiempos en los que la demanda iba por delante de la empresa, que se limitaban a poner precio a los productos. En otras palabraS y más claro, hemos despachado y ahora hay que vender. Si somos capaces de saber utilizar todas las herramientas que tenemos, centrales de reservas, buscadores de ofertas, folletos digitales interactivos, marketing social, utilización de Internet para la promoción, la comunicación y la comercialización. etc., conseguiremos aumentar la competitividad que nuestro destino requiere, y con ello la de nuestras empresas.

Cojamos fuerza desde el principio de curso, la fuerza con que cualquier estudiante inicia su carrera universitaria, la fuerza que nos permita enfrentarnos con una actitud positiva a lo que tenemos por delante, la fuerza para ver un esperanzador horizonte, que con dinamismo y valentía, vislumbremos una oportunidad de alcanzar la excelencia y la eficiencia. Transformemos los mensajes negativos en factores de mejora. Consideremos el talento, el conocimiento, la innovación, el rigor, la creatividad y el valor como verdaderos factores de progreso. Ánimo, valiente.