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El PNV hace caja

Lo peor es lo que viene detrás: se anuncia que el sistema se puede generalizar a otras autonomías

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El acuerdo entre el PSOE y el PNV para la aprobación de los Presupuestos de 2011 presenta varios ángulos de interés.

El más obvio es el de la jugada redonda del PNV. 'Chapeau'. Billar de alta escuela: en una sola tacada recupera la visibilidad perdida como conseguidor y desplaza la bola de Patxi López a un rincón imposible (le saca al Gobierno del PSOE mucho más de lo que había pedido el Gobierno vasco del PSE). Difícil lograr más con menos. Vamos, como jugar al póker y ganar.

Pero así como desde la perspectiva del PNV todo son ventajas, en el caso del PSOE y, sobre todo, en el del PSE, las cosas están mucho menos claras. Hay que hacerse una pregunta: ¿Por qué ha tardado 22 años en materializarse la transferencia al País Vasco de las políticas activas de empleo en los términos en que la pretendía el PNV, incluyendo las bonificaciones a la contratación indefinida, es decir, la rebaja de las cotizaciones empresariales a la Seguridad Social? La respuesta es muy sencilla: tanto González como Aznar entendieron que ello no era posible sin romper el principio de caja única de la Seguridad Social. Eso era verdad entonces y es verdad ahora, aunque técnicamente se haya hecho malabarismo contable para sostener que no es así.

Porque formalmente es cierto que no hay ruptura de ese principio, en la medida en que se imputa el coste de esas bonificaciones a otra caja, la presupuestaria, ya que, se nos dice, a la caja de la Seguridad Social se le reintegra el importe con el que en su caso se hayan bonificado las cotizaciones. Muy bien. Pero lo que no se va en lágrimas se va en suspiros: ese dinero se traslada a la ejecución presupuestaria, que, como sabemos, no está para holguras.

Ahora bien, lo peor es lo que viene detrás: para prevenir la imputación de trato de favor político a quien otorga los votos necesarios, se nos anuncia que el sistema se puede generalizar a todas las autonomías cuyos estatutos contemplen, de acuerdo al principio dispositivo (competencias a la carta) asumir este aspecto de las políticas activas de empleo. Lo que supone que, dada la largueza con que se ha tratado el caso vasco, los demás no van a querer ser menos, sobre todo aquellas autonomías con una peor situación de empleo. Ya tenemos otro lío servido: a lo mejor no se le ha roto el precinto a la caja única, pero es probable que a cambio se haya abierto otra caja, la de Pandora.

Y todo ello, si no hay más cláusulas secretas en el acuerdo. Por ejemplo, las que ha evocado sin disimulo Joseba Egibar (Diputaciones y «normalización» política). En este caso, ya sabemos lo que quiere decir el «me cueste lo que me cueste» de Zapatero: «Me cueste lo que le cueste. a Patxi López». Y al PSOE, y a los demás, en última instancia. Y no hablamos, solo, de dinero, sino de cosas infinitamente más serias.