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Los mecánicos de Ferrari ponen a punto el monoplaza de Fernando Alonso. :: EFE
Deportes/Motor

Juicio en el Mónaco asiático

La prueba nocturna puede ser determinante en un Mundial en el que los cinco primeros clasificados tienen opciones de ganar Fernando Alonso encara una nueva final en Singapur, uno de sus preferidos

JOSÉ CARLOS J. CARABIAS
SINGAPUR.Actualizado:

Recién aterrizado el viajero en el majestuoso aeropuerto de Changi, arranca la cadena de las restricciones. Cuitas de civismo que se aplican con cuentagotas en Europa. No se puede lanzar una colilla al suelo porque viene el gobierno con el mazo de la multa (unos 300 euros). Tampoco mascar chicle (otros 300) y mucho menos esputar la goma en la acera (500). Ni hablar de comer en los transportes públicos o arrojar un papel a la calle (400). Los peatones no pueden saltarse un semáforo aunque las avenidas estén desiertas. Está prohibido echar migas de pan a las palomas en alguno de los cientos de parques. No existe el concepto botellón. Por más que se agudice la vista, no se ve un indigente en las aceras. Tampoco necesitados vendiendo pañuelos porque, entre otras cosas, hay pocos atascos. Estamos en Singapur, una isla convertida en ciudad-estado al sur de la península de Malasia. El país más pequeño de Asia (700 kilómetros cuadrados, poco más que Andorra) y el cuarto centro financiero del planeta. La segunda nación con más densidad de población del mundo, casualidad, por detrás de Mónaco.

Otra parada

Singapur es un país de diseño. Para sibaritas. Un lugar en la tierra elegido a dedo por Bernie Ecclestone desde el principal y casi único punto de vista según el que se entiende este deporte: su majestad el dólar. Hace dos otoños, la república de Singapur cerró un compromiso con el supremo de la F-1 por una cantidad mareante: 40 millones anuales por albergar la primera carrera nocturna de la historia. Le gusta decir a Ecclestone como lema de su modus vivendi que «un caballero no habla ni de dinero ni de lo que hizo la noche anterior». Por Singapur, la Fórmula 1 ingresa en su paraíso: el mercado asiático. Corea del Sur ha abonado. 45 millones por estrenarse como sede de la F-1. Malasia cotiza cada año 40 millones por abrir el circuito de Sepang. Los jeques de Abu Dhabi suministran 42 millones por su faraónico trazado.

Dinero a espuertas y un destino, Singapur, que parece más una exposición mundial que una pista de automovilismo. Es la única carrera que se disputa bajo la luna. Sus 1.500 proyectores, sus 3.000 lux de potencia y sus 108.423 metros de cables eléctricos instalados en las tripas del puerto le confieren una apariencia singular. Las cámaras de la FOM (la organización de Ecclestone) se recrean con las imágenes de las vistas aéreas y la pista iluminada que envían a todo el mundo. El marketing sin igual de la Fórmula Uno.

Singapur también se parece a Mónaco en los detalles técnicos. Velocidad limitada (una media de 170 km/h.), 23 curvas, mucho agarre, dureza para los frenos y peligro por los muros cercanos (en el recuerdo el auto-accidente de Nelsinho Piquet que retiró de la F-1 a Briatore). Un escenario con todos los alicientes para Red Bull, el coche que vuela en las curvas rápidas y los trazados lentos. En este paraíso del lujo y la pulcritud dirimen la segunda final los cinco protagonistas que aún optan al título. Webber (187 puntos), Hamilton (182), Alonso (166), Button (165) y Vettel (163). Cinco pilotos en 24 puntos, menos del premio que supone ganar una carrera.

Ferrari no ha cesado en su evolución y en Singapur ha preparado mejoras en el alerón delantero y el difusor trasero. Si bien su enemigo este fin de semana pude ser el tiempo, quebradero de cabeza para la factoría roja y para Alonso este año. Cada vez que ha llovido, Ferrari ha sufrido por las predicciones o las estrategias equivocadas. El pronóstico indica tormentas durante todo el fin de semana (clasificación el sábado -16.00 hora española-, carrera el domingo -14.00 h.) y por ahí puede surgir la peor noticia para Alonso.