CARTAS AL DIRECTOR

La Isla de León de 1810

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Siendo consciente de que para escribir sobre la historia tan apasionante de mi querida Isla de León de 1810 hay que disponer de una «fina y elegante pluma», arte del que no dispongo, recurro al otro estilo aconsejado por el famoso escritor Henry Roth, de poner palabras a lo que sientes y voz a los pensamientos. En esas inmemorables fechas de 1810, la libertad de España «se paseaba» sólo por las calles muy ocupadas de la Isla de León, con los numerosos silbidos de las balas enemigas y el estruendo de los cañones. Era la patria libre donde el sueño y empeño de los presentes consistió en lograr cambiar la fuerza por la palabra, la imposición por el diálogo, la confrontación por la conciliación, de pasar de súbditos a ciudadanos, luchar contra los vicios del pasado y «desnudarse» de las viejas y estrechas vestiduras del momento y luchar en la «construcción del edificio» de una nación libre, sobre «los escombros» de un antiguo régimen, con la ilusión de entrar por la puerta grande en la Era Contemporánea. Fue aquel memorable 24 de septiembre de 1810 donde en la Isla de León cuando 101 diputados valientes, con el corazón anhelante, la cabeza equilibrada y los sentimientos cargados de ilusiones, se constituía en las primeras cortes generales y extraordinarias de la edad contemporánea, en nuestro Real Teatro de Las Cortes. Deseo expresar mi profundo reconocimiento y homenaje póstumo a la memoria de los habitantes de la Isla de León de 1810, a muchos isleños que con inteligencia y valor, hombres y mujeres, soldados y voluntarios, jóvenes y adultos, civiles y militares que lo dieron todo en defensa de la libertad y de la independencia, que resistieron con coraje, entrega y solidaridad en el Caño de Sancti Petri, Puente Zuazo, La Carraca, Caño Zurraque, salinas y fortificaciones, actuando como pilares de la defensa, la libertad y de la soberanía nacional. Al olvidado y poco reconocido don José María de la Cueva y de la Cerda, XIV Duque de Alburquerque, gran salvador de las Islas Gaditanas y de España, impidiendo junto con su ejército, la entrada de los franceses. A los diputados de las primeras Cortes Constituyentes, que con espíritu renovador fueron ejemplo de sacrificio, valor y consenso para poner por encima de todo el valor de la nación, reunidos en nuestra Isla de León en el histórico Teatro de las Cortes con una pobreza de medios increíble, tan sólo con un pupitre, con unos folios y un tintero, fueron capaces de escribir las páginas más gloriosas de esta Isla de León y de España.