Los ciudadanos de la Unión
Actualizado:La última polémica europea ha estado centrada en la expulsión de los gitanos del Este por parte del gobierno francés. Una expulsión que, tras los informes del presidente galo sobre los campamentos ilegales y la delincuencia, ha contado con la comprensión del resto de los jefes de gobierno. No así con la de la Comisión Europea, que defiende la libre circulación de los ciudadanos, y con la que Sarkozy ha protagonizado un agrio enfrentamiento. En última instancia, la situación parece haber derivado en un pulso entre la Comisión y los gobiernos nacionales, como en tantas otras cosas. Mientras tanto, el auténtico problema, la situación de pobreza y marginalidad en la que viven millones de personas, sigue sin resolverse. La realidad de la etnia gitana en Europa es compleja. En España, aunque siguen existiendo problemas de discriminación, el pueblo gitano, con sus siglos de historia a cuesta, se ha ido integrando progresivamente, y algunas de sus aportaciones representan lo más genuino de la identidad española. Pero ese proceso de convivencia no se ha ido desarrollando por igual en todo el continente. Recuerdo mi llegada, hace ya bastantes años, a la Estación Central de Bucarest. Nada me impresionó más de la capital rumana que los miles de gitanos que malvivían, hacinados, en esa estación. Si con el régimen de Caeucescu esas personas eran tratadas como esclavos, la cosa no mejoró después. Rechazados por el resto de la población, con grandes dificultades para seguir adelante, no es extraño que, tras el ingreso de Rumanía en la UE, iniciaran su particular éxodo por otros países, sin que tampoco en ellos encontraran el ambiente y las condiciones más apropiadas para su integración. Supongo que, cuando se firmaron los acuerdos de adhesión, alguien pensaría en el futuro de esos ciudadanos tan europeos como el que más. O quizás, no. En los últimos años, Europa ha transferido cerca de 20.000 millones de euros a los países de origen de estas personas para luchar por su inclusión y aliviar la miseria en la que se encuentran. ¿Cómo se ha utilizado ese dinero? ¿Qué seguimiento ha hecho la UE sobre el destino de esos fondos? Y lo más importante, ¿cómo va a resolver la Unión el futuro de esos millones de ciudadanos?