EL MELLI, PREMIO NOBEL
El primer karaoke de Carnaval parece un invento tan sencillo como brillante
Actualizado: GuardarEs de esas ideas que uno maldice cuando la encuentra porque no deja de preguntarse cómo se le ha ocurrido antes a otro. Un karaoke de Carnaval. Brillante. Directo. Infalible. Sencillo, que no simple. Una de las pocas fiestas populares de España basada únicamente en las palabras y nadie había caído en la cuenta de ponerlas sobre una pantalla, de forma bien acompasada, con esos colorines que indican el momento de cantarlas. Las coplas de febrero valen lo que cualquier tradición, pero en cambio tienen el potencial audiovisual de ser únicamente oral, con enorme transmisión entre generaciones de apasionados guardeses.
Es imposible que un grupo de gaditanos viva una fiesta de cualquier naturaleza (de bautizo a despedida de soltero, de victoria deportiva a cotillón) sin que los efluvios acaben en cántico nostálgico y coral de unos pocos. Pasa en todas partes, pero aquí las composiciones son autóctonas y renovadas cada año, bien en versión satírica de cuplé, bien emocionada, de tango y pasodoble.
Es así, hace mucho tiempo, y el único problema que surgía, además del sueño quebrado de los vecinos si el cántico es callejero (que está muy mal), venía a ser que la mitad de los voluntariosos integrantes de la espontánea agrupación masticaban letras como si fueran chicles Bazoka. Ahora, gracias al maravilloso descubrimiento de un grupo de gaditanos (El Melli creo que está metido y El Chupa, también) los que se inventaban la rima o farfullaban el final de cada verso tendrán un aliado impagable en la pantalla, por obra del genio creativo de los que han sabido convertir la evidencia (casi todos quieren cantar) en tecnología (ahí tienes la música y la letra, little MacGregor). El avance parece tan redondo que es difícil encontrar margen de mejora. Quizás, con el tiempo, podrán incluir en las imágenes gráficos con las plantas de los pies y las palmas de las manos, para decir cómo ponerlas en cada momento. Ya saben, al estilo de los videojuegos de baile. Una huella del zapato izquierdo recta y la del derecho en un ángulo de 45 grados marcará el final del pasodoble mientras alguien grita fuerte: ¡quieto! ¡quieto ahí!
Simultáneamente aparecerá un paréntesis en pantalla que recomendará clavar la barbilla en el pecho y la mano diestra, cerrada, se pondrá en rojo sobre la silueta de un pecho. Significa que hay que llevar el puño al corazón en plena apoteosis.
Esos progresos técnicos llegarán con el tiempo. Por ahora, ya es mucho que podamos cantar 'Vapórcito del Puerto' (sic) completo, sin que se nos vaya una sola palabra. Suficiente alegría será entonar entero 'Gaditana' o 'Hay quien dice que Cádiz', sin mácula ni borrón, sin tener que fingir que uno da un buchito porque no recuerda más. Eso se ha terminado gracias a 'carnavoke', el primer gran invento gaditano del siglo XXI.
Entre los que lean esto habrá quienes piensen que se trata de una ironía o un desprecio, pero no. Algunos gaditanos (cada vez menos, por desgracia para nuestra autoestima colectiva) no pensamos que la afición a canturrear y reir (en según qué momentos) esté ligada a la pereza, la informalidad, el paro y la grosería. Soy del sector de los que piensa que la horterada es patrimonio de la humanidad, no una plaga local. Es cierto que tenemos varios millones de toneladas de vergüenzas sociolaborales y educativas que solventar pero lo de entonar bromas o melancolías no me parece una de ellas.
Miedo dan los que abogan por una metamorfosis de progreso, señorío y buen gusto que nos convierta en un pueblo de gustos refinados (si existe alguno). Sí, sí, he cantado pasodobles, cuplés y tangos. Lo hago, o lo hacía, pero en cualquier caso, no me avergüenzo.
Me ha tocado una tradición 'cantabile'. No pude elegir y, ya puestos, le he cogido cariño, quizás por pura comodidad. Así que es digno de agradecer un avance tecnológico revolucionario que contribuya a su supervivencia. Por ahora sale un disco con diez coplas (imagino que los 'standards' de siempre) pero tenemos permiso para soñar con nuevos CD ilustrados con los diez mejores tangos de los años 50, los más cantados de la Transición, otro de pasodobles de comparsas, uno sólo de chirigotas, y otro de Martín, de Selu, Love, Aragón, Los Fantasmas o Las Niñas...
Antes de que venga una multinacional y ya que no se me ocurrió a mí, celebro que lo hayan hecho El Melli y El Chupa. Y el que no diga ole... Que se aleje de la pantalla, salga del bar y se acueste.