Mortier afirma que comprender el arte «nunca es fácil»
El director artístico del Teatro Real reflexiona sobre su trabajo en el libro 'Dramaturgia de una pasión'
MADRID. Actualizado: Guardar«El arte nunca es fácil, el arte no se puede digerir de forma rápida, el arte no es un plato de 'fast food'». El que habla es Gerard Mortier, director artístico del Teatro Real, un hombre que rechaza todo lo que suene a «populista» y que concibe la cultura como un «espacio de reflexión». El Real ha inaugurado la temporada con la ópera 'Eugenio Oneguin' de Chaikovski, una obra basada en un texto del poeta ruso Alexander Pushkin y que rebosa romanticismo por todos sus poros. La puesta en escena de Mortier -su estreno como director artístico- fue aplaudida por muchos y silbada por otros. El director belga no deja indiferente a nadie. Él lo sabe y quizá lo explota. «Prefiero la controversia a que la gente se duerma de aburrimiento», aseguró durante la presentación de 'Dramaturgia de una pasión' (Akal), una auténtica declaración de principios de lo que debe ser su trabajo.
A lo largo de las páginas del volumen, profusamente ilustrado, Mortier analiza por qué la selección de títulos no está regida por el azar o por el simple gusto del público. «Aspiro a un arte popular, pero nunca populista; no puedes convertir el arte en un supermercado, sería un error de concepto», argumentó. «Nos ha tocado vivir un tiempo en el que casi todas las actividades se hacen de una manera muy rápida; yo propongo un goce y una reflexión lenta». A su juicio, el género operístico es un fenómeno claramente urbano y obligatoriamente político, que no sólo debe producir placer estético sino conmover. «Al espectador hay que removerle la conciencia», aseguró. «Desde Sófocles a Shakespeare el teatro invita a la reflexión sobre la condición humana».
Espectáculo
El autor de la obra, que concibe su trabajo como una misión casi sacerdotal, huye del arte-espectáculo, pero lo cierto es que él es en sí un espectáculo. Desde que a principios de año fue nombrado director artístico del Real, no ha dejado de aparecer en los medios. Sus propuestas arriesgadas, su fe en sí mismo, sus frases y su atrevimiento en dar la vuelta al calcetín en todo lo relacionado con el mundo del 'bel canto', hacen de él una figura tan atractiva como polémica. Su convencimiento de que algunas creaciones actuales tienen más interés que una buena parte de las consideradas 'intocables' ha provocado ríos de tinta. El primer gran hito en la carrera de Mortier (Gante, 1943) surgió en el teatro La Monnaie de Bruselas, donde fue director general entre 1981 y 1991. De allí pasó a dirigir el Festival de Salzburgo, al que estuvo vinculado hasta el año 2001. Director fundador de la Trienal del Rhur, en 2004 se hizo cargo de la dirección de la Ópera de París, puesto que ocupó hasta 2009.