La presión del éxito
Jerez Actualizado: GuardarCon Estados Unidos de regreso a la cima del baloncesto mundial, es inevitable pensar en el contraste opinativo que provoca la recuperación del trono. Hace cuatro años y en este mismo campeonato, una acertada Grecia sentenciaba a los americanos a optar como máximo al tercer cajón de la jerarquía planetaria. Se habló entonces de la desintegración del 'Dream Team' -que ya llevaba desintegrado muchos años, cuando un cinco irrepetible encabezado por el mágico Johnson daba por finalizada su incursión con las canastas-. También se auguraba el fin del baloncesto americano de conjunto y la escalada a la cumbre de las estrellas europeas. La chispa americana sólo quedaba adherida a la memoria histórica, y en virtud de los comentarios, nunca volvería. Es la presión del éxito.
España, por su parte, comenzaba su andadura. Tocaba el cielo ese verano para no bajar de las nubes en tres años consecutivos. Equipos de todo el mundo deseaban incorporar a sus filas cualquier pieza de ese entramado perfecto. Por aquel entonces no existía la presión del éxito, porque tampoco existía un éxito previo. La plata olímpica de la generación de Fernando Martín sabía a mieles lejanas, mientras que este equipo prometía la diferencia.
Cuando los españoles llegaron a Turquía, la misión ya no era pisar lo desconocido. Ahora había que renovarse como campeones del mundo. Casi nada. Y sin el genio Gasol bajo los aros, sin la experiencia directiva de Calderón y con la losa indudable de la presión del éxito. El resultado fue un Rudy que no era capaz de entonarse, un Marc que todos comparaban con su homólogo de apellido y unas nuevas incorporaciones intimidadas. Sin embargo, los apocalípticos se resisten a aceptar que un mal Mundial nunca será sinónimo de extinción. Pero no está mal que haya debates constantes sobre esto; al fin y al cabo, la presión del éxito sólo se reserva a ganadores.