¿Realidad o ficción?
Actualizado:Cuentan que Balzac, el superprolífico escritor que empleaba todo su tiempo en retratar la sociedad de su época, hasta el punto de tener descuidadas las prosaicas obligaciones que a los mortales nos salvan de la inanición, recibió un día en su domicilio la inquietante visita de dos policías. Tenían la orden de desahuciarle por el impago reiterado de la habitación donde tan febrilmente escribía y escribía. Tras un largo parlamento exculpatorio con el que Balzac consiguió que los agentes le concedieran una prórroga, el escritor cerró la puerta y regresó a sus quehaceres literarios mascullando aliviado: «¡volvamos a la realidad!» Evidentemente, y si la anécdota es cierta, Balzac tenía una peculiar visión tanto de la realidad como de la ficción. ¿Las confundía? ¿Y nosotros? ¿Qué tal llevamos nosotros la siempre peliaguda tarea de conciliar en nuestras vidas realidad y ficción?
Muchos -y muchas- partimos de vacaciones con la secreta esperanza de que a la vuelta la realidad se nos manifestaría de manera distinta a cuando nos marchamos. Necesitábamos un respiro. Seguramente el cansancio y la rutina -pensábamos- nos hacían ver ya las cosas desenfocadas, difusas, a medio camino entre la realidad y la ficción. ¿No sería un mal sueño eso de la crisis? ¿Qué grado de credibilidad habríamos de conceder a las cifras del paro? ¿No sería pura ficción económica todo lo que nos decían que estaba pasando antes de irnos de vacaciones?
Por lo que se ve y lee estos días de «rentrée», nuestro discernimiento entre realidad y ficción va a resultarnos complicado. Por ejemplo, y para ceñirnos al entorno de nuestra alcaldesa: la última sobreactuación de doña Teófila en el Parlamento reprochando el rescate de los bancos, y que la ministra Elena Salgado calificó de trotskista, ¿es realidad o ficción? La delicada carta de Pérez Reverte a su «Querida Teófila» (dos puntos), ¿qué es, realidad o ficción?
Dicen que vivimos en la sociedad del riesgo, así que habrá que arriesgarse a meter la pata y optar entre realidad y ficción. Pero antes conviene indagar, preguntar, enterarse bien., de lo que pueda haber detrás de todo esto y aquello. Aunque también así, precisamente así, lector, lectora, corre usted un alto riesgo estos días, pues dicen que hay por ahí quien anda loco por «ciscarse públicamente en la puta madre de alguien».
Mejor no pregunte. Y resista hasta las próximas vacaciones.