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Las bellotas viajaban en los envases de vidrio. :: LA VOZ
Ciudadanos

Un hachís 'gran reserva'

El supuesto responsable, que ha sido detenido, la transportaba en el maletero de su coche, procedente de Tánger Decomisan 14 kilos de droga ocultos en botellas de Rioja en Algeciras

MIGUEL DOMINGO GARCÍA mgarcia@lavozdigital.es
CÁDIZ.Actualizado:

Oloroso, muy oloroso, pero nada de vino. El contenido de las dieciséis botellas que la Guardia Civil del puerto de Algeciras encontró este fin de semana en el coche de un turista que bajaba del 'ferry' de Tánger, no se correspondía con el etiquetado de una conocida marca de vino de Rioja. Dentro de ellas, en lugar del caldo de Denominación de Origen, había 14 kilos de hachís en forma de 'bellotas', que fueron decomisadas en el acto, al igual que el supuesto turista -J. C. P. T, de nacionalidad española-, que fue detenido.

El arrestado hacía de 'mula', como se conoce a los narcos que transportan la droga oculta a través de la frontera. Pero en lugar de esconderla en el interior de su cuerpo, para evitar el peligro que supone que una de las bellotas envueltas en celofán o preservativos se reviente en el estómago y pueda matarlo, debió de pensar que era más seguro transportar la droga en botellas de vino de ciertas marcas que usan telas de arpillera en su etiqueta -curiosamente, la misma tela que se utiliza para los fardos-.

El cargamento camuflado se destapó al desembarcar J. C. P. T. en el puerto de Algeciras procedente de Tánger, a bordo de un Volkswagen Touareg que a los agentes le resultó sospechoso. La sorpresa para los guardias civiles fue que, en lugar de encontrar la droga en un doble fondo en el coche -como también es habitual-, la hallaron en varias cajas de madera y de cartón. Al abrirlas, sólo había botellas, bien cerradas con sus tapones de corcho y con sus etiquetas. Pero el camuflaje no era perfecto y al descorchar una de ellas, cayeron las bellotas.

Este tipo de escondite para la droga es, sin duda, uno de los más originales descubiertos en los últimos años. Pero no el único, ni el más estrafalario, de los hallados en el puerto algecireño, donde la Guardia Civil ha tenido la oportunidad de averiguar cómo la imaginación de los narcotraficantes no tiene límites a la hora de pasar la mercancía por la frontera. Conocido en Cádiz es el caso del equipo de fútbol de la barriada Guillén Moreno, que simulaba partidos en Ceuta para pasar hachís. O el torero y parte de su cuadrilla que traficaban con cocaína escondida en las fundas de los trajes de luces, detenidos en enero en Sevilla en la 'operación Ruedo'.

Uno de los ejemplos más recientes se conoció el pasado agosto, cuando la Guardia Civil arrestó en Ceuta a dos motoristas que iban a embarcar hacia Algeciras con la droga en sus cascos. Otro, a mayor escala, pasó desapercibido en el puerto algecireño, pero se interceptó en Bilbao: se trataba de una tonelada de cocaína de gran pureza disuelta en 110 bidones de pulpa de fruta congelada, hallados el pasado mes de marzo.

En naranjas y carritos de bebé

La fruta y los alimentos son, sin duda, los disfraces más habituales por las mafias sudamericanas para hacer llegar la cocaína a Europa. Así lo destapó la Benemérita en la 'operación Espuela', en diciembre del año pasado, al desmantelar una red en el que había trece trabajadores del muelle de Algeciras, que transportaba droga en contenedores de plátanos de Ecuador y de garbanzos.

En ambos casos la cocaína viajaba en bolsas junto a la fruta, pero no dentro de ella, como sí ocurrió en diciembre de 2008 cuando se halló hachís en el interior de unas naranjas, a las que se había extraído la pulpa para rellenarlas con bellotas de hachís. Al igual que con el vino, la mercancía se descubrió en el desembarco de 'ferrys' de Tánger.

Más denunciables son otros narcos que utilizaron a menores de edad, como la trama de 'narcomamás' destapada en 2009 en la que dos mujeres fueron detenidas cuando cruzaban la frontera desde Marruecos con cocaína y hachís en los carritos de sus bebés, dormidos para evitar sospechas. Aunque peor fue el caso de un ceutí de 39 años, sorprendido en 2006 cuando introducía en España dos kilos de hachís en la cintura y las piernas de su hija de nueve años.