Opinion

El precio de la sandía

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Al depositar en el carrito de la compra la oronda sandía con la que nos prometemos feliz postre, no se imaginaba uno que el precio que se ha de pagar por ella es el resultado de multiplicar por mil el que se paga al productor junto a la besana que vio al fruto germinar y adquirir su voluminosa envergadura. El precio se catapulta desde el campo a la mesa. Sin contención. De manera desorbitada. Y no sólo de la sandía sino del resto de los productos de temporada. Desde COAG se está poniendo el grito en el cielo. Le sobran razones. «Se están destrozando los precios para hacer caja». Ante estos desmanes, las instituciones hacen oídos sordos. La callada por repuesta y la ausencia de medidas que vengan a poner coto a un mercado que especula y no regula. Se vuelve las espaldas al campesino e impera el juego de los que parecen tener la sartén por el mango mostrando su prevalencia sobre quienes sólo aspiran a que sus productos les ofrezcan siquiera lo que costaron ponerlos en sazón.