MINGOTE SIEMPRE HA SIDO DE ORO
Actualizado: GuardarMadrid le ha otorgado la Medalla de Oro de la Comunidad a Antonio Mingote. De paso nos ha condecorado a sus amigos, que somos más vanidosos que él. Estamos orgullosísimos y contentísimos por la parte que nos toca, que es la del corazón. Yo voy a brindar por él en cuanto acabe este artículo, sin tener en cuenta que no hay que beber hasta que el sol esté bajo el bauprés, o sea, cuando la tarde cae y se lastima en su caída, aunque no se queje.
Conocí a Antonio en el 50, en aquel Café Varela donde no había modo de sentarse a la mesa, sin tropezar con algún sueño loco de gloria o de supervivencia. Ya era de oro Mingote y nos ayudó a todos. Eran otros tiempos. Se bebía achicoria con esperanza y se llevaba muy bien todo el mundo.
Mingote venía de la guerra, pero no nos hablaba a los que entonces éramos jóvenes de eso. Ya era un genio, o sea, alguien que se distingue de una persona de talento porque puede hacer lo que jamás le es dado realizar a las personas que tienen talento. Sombras que solo muy pocos vemos también se alegran: Eduardo Alonso, Manolo el Pollero, Carlos Clarimón, Rafael Azcona, Mariano Povedano. Repito que era otra época y todos nos llevamos muy bien, aunque no tuviéramos muchas cosas que llevarnos a la boca. Estaban los que habían salido de la cárcel y los que queríamos salir de nuestro asombro, pero todos eran amigos bajo aquel techo de chantillí y nata, en aquellos divanes de cariñoso terciopelo granate. Nadie quería quemar un libro, ni el Corán, ni el catecismo Ripalda: solo aspiraban a publicar el suyo, con versos probablemente inmortales si es que alguien se atrevía a editarlos. Mingote fue nuestro hermano mayor y sigue siéndolo, aunque ha llegado a ser el más joven de nosotros, a fuerza de años. Si Tono estuviese aquí brindaría conmigo.