Obama clama por que no se queme el Corán
El reverendo Jones admite que «no ignoraría» la llamada del presidente al tiempo que Interpol lanza una alerta global
NUEVA YORK.Actualizado:El excéntrico reverendo de una minúscula iglesia del interior de Florida tiene al mundo con el alma en un puño, decidido como está a hacer estallar la violencia en todo el planeta si cumple su amenaza de quemar públicamente el Corán mañana, noveno aniversario del 11-S. Mientras Interpol advertía en un alerta global que morirían inocentes, la Casa Blanca usaba su última carta: Barack Obama.
«Si me está escuchando, espero que entienda que lo que propone hacer es completamente contrario a los valores de Estados Unidos», imploró el presidente ante las cámaras de ABC. «Este país se ha construido sobre la noción de la libertad religiosa y la tolerancia y, de forma práctica, como comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, quiero que comprenda que el número que quiere montar podría poner en gran peligro a nuestros hombres y mujeres de uniforme en Irak y Afganistán. Ya estamos viendo serias protestas contra los estadounidenses solo con la amenaza».
El mensaje del presidente le llegó a Terry Jones en la pequeña Iglesia de la Paloma de Alcance Mundial (Dove World Outreach Center) en la que se ha parapetado, asesorado por abogados y convencido de que su derecho constitucional a la libertad de expresión es inviolable. En la puerta, un camión con el cartel de 'Día Internacional de la Quema del Corán' sirve de fondo para los directos de las televisiones de todo el mundo instaladas frente a su jardín, que aguardan en tensión la hora de la cita: sábado de 18 a 21 (seis horas más en la España peninsular).
Una cita para la que se ha quedado solo porque hasta los extremistas habituales de EE UU, como Sarah Palin y Glenn Beck, han condenado sus intenciones. Le siguen solo los más locos entre los locos, que ya son 15.000 en su página de Facebook.
Ayer la prensa vio entrar en su iglesia a varios hombres con identificaciones del FBI que acudían por segunda vez. Pero ésa no es la visita que Jones está esperando para levantar la amenaza que tiene al mundo en vilo. El reverendo echó un pulso a la Casa Blanca al declarar al diario 'USA Today' que «no ignoraría» una llamada directa del presidente, el Pentágono o el Departamento de Estado. «Definitivamente haría que nos lo repensáramos», se regodeó. Los altos cargos de estos órganos de gobierno se han dirigido a él a través de los medios de comunicación, pero Jones quiere más, ahora que es consciente de su poder. Es como el loco que plantea sus demandas bajo amenaza de hacer explotar la bomba de relojería que lleva sujeta al cuerpo, solo que en este caso Jones ha cogido al mundo por rehén.
Estrategia del Pentágono
A la Casa Blanca no le hace gracia que cada vez que alguien se sienta agraviado demande una llamada directa del presidente, pero las presiones que ha recibido para que Obama intervenga son del más alto nivel. El mandatario de Indonesia, la mayor nación islámica, el país donde se crió el líder demócrata y al que planea viajar para apelar al mundo musulmán, le escribió para decirle que era hora de que tomara cartas en el asunto. El Pentágono, que tiene a todas sus tropas en alerta, puso a Obama en entredicho al explicar que los asesores del presidente estaban discutiendo en ese momento la posibilidad de acceder a las demandas del reverendo. A esas horas los periodistas que cubren la fuente informaban que la noticia había cogido a la Casa Blanca por sorpresa, por lo que se especulaba que fuera una estrategia militar para forzar la intervención del mandatario. Según el portavoz de Defensa, Geoff Morrel, su titular, Robert Gates, estaba involucrado en las conversaciones. Por mucho menos se han producido incendios. «En 2005, cuando 'Newsweek' publicó (falsamente) que alguien había tirado un Corán al inodoro en Guantánamo murieron quince personas», advirtió Morrel.
La alarma de Interpol a sus 188 países miembros se vio impulsada por una llamada del ministro de Interior paquistaní, Rehman Malik, que informó de los riesgos que había si Jones cumple su amenaza. El Departamento de Estado también ha avisado del peligro a los estadounidenses que viajen al exterior, mientras Gainsville, esa pequeña ciudad universitaria del interior de Florida que el reverendo ha puesto en el mapa, estaba más preocupada con la suerte de un partido entre equipos de dos universidades del estado que reunirá a 90.000 personas el mismo día en que Jones se ha propuesto hacer surgir las llamas del infierno. Tic, tac, la bomba de relojería sigue su cuenta atrás, y el reverendo disfruta de sus 15 minutos de gloria.