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Alonso y Ferrari quieren seguir vivos en Monza, el circuito más rápido del Mundial

JOSÉ CARLOS J. CARABIAS
MONZA (ITALIA).Actualizado:

«Podemos», soltó cual proclama futbolera Fernando Alonso en Bélgica, convencido de la fuerza tribal de su casa madre. «Podemos», recogió tímido Felipe Massa, reducido a un papel secundario. «Podemos», admitió al fin Stéfano Domenicali, el primer escalón de Ferrari. «Podemos», han asumido todos en la guarida del 'cavallino rampante', pero aceptando que el objetivo esconde muchas trampas y que la empresa parece inviable de puertas hacia fuera. Es la segunda final de Alonso en este otoño de Fórmula Uno, esta vez sin margen para el error. Cualquier fallo equivale a la guillotina 2010.

La teoría, tan inservible para los pronósticos en la F-1 como en cualquier otro deporte, alimenta esperanzas en Monza para Ferrari, cuyos coches se han mostrado fiables en trazados rápidos esta temporada gracias al sistema aerodinámico del conducto F.

Será la última cita en Europa antes de embarcar en la colonización de otras tierras, particularmente Asia, el continente estrella para Bernie Ecclestone. «Es obvio que la carrera es muy importante para nosotros. Y tendremos mucha presión», cuenta Domenicali, vecino de Monza. «Espero que mi regalo para los 'tifosi' sea una victoria en casa», comenta Alonso, imbuido de un inusual optimismo que se ha acrecentado desde que corre para Ferrari. Ya ganó en Monza hace tres años con la carcasa de McLaren.

Hamilton y Red Bull

«Nuestro ritmo en Bélgica fue realmente bueno y no veo motivo para que no suceda lo mismo en Italia», argumenta Hamilton. En el otro extremo navega Red Bull, casi imbatible los sábados en la clasificación (ha conquistado doce de trece 'poles' posibles), pero blando los domingos (sólo ha convertido su dominio en seis victorias). Cuatro de esos triunfos pertenecen a Webber, el segundo plato del equipo y el mejor colocado para ganar el Mundial.