La ministra acogotadora
Que el ministro del paro más alto de la historia de España se ponga un casco de albañil es algo que uno no se espera
Actualizado: GuardarEstarán conmigo en que la palabra suena mal. No la escucho de forma habitual, de hecho hasta que no se la oí a la ministra Carme Chacón la daba por inexistente. Pero no, ahí está, en el diccionario. Chacón, que habla un castellano preciso con un tono que parece que siempre está enfadada, dijo que hay que acogotar a los que incendian los bosques. El diccionario dice que acogotar -de cogote, claro-, es dominar o derribar a una persona por semejante parte, pero también es matar a alguien con una herida o golpe dado en el cogote. Claro, claro, la ministra no dijo lo que dijo pensando en esta última acepción, que es desproporcionada, pero las dos primeras se me antojan blandas para un delito que muchas veces termina con la muerte de un bombero, de un voluntario o de un vecino.
Me ha servido el verbo acogotar para explicarme algunas de las cosas que pasan. Por ejemplo, deberíamos acogotar al Dircom -dícese del periodista que se mete a asesorar a un cargo-, del todavía ministro de Trabajo. Que el ministro del paro más alto de la historia de España tenga valor y humor para colocarse un casco de albañil -¡Dios, pero qué bien le queda!-, y con una maza en mano hacerse una foto derribando un muro es algo que uno no espera. Tiendo a imaginar situaciones cada vez que algo me sorprende. De modo que imagino a un parado tomando un café a primera hora de la mañana viendo la fotografía en cuestión. Y, claro está, imagino con precisión lo que el parado dice o piensa viendo a un ministro de Trabajo en semejante trance; un ministro que, además, está más en la campaña del PSC que en el despacho. Acogotemos pues a Corbacho, y acogotemos a su jefe de prensa que maquinó o permitió semejante espectáculo en un país con más de cuatro millones de parados. Y subiendo.
Por eso, cuando el martes pasado entrevisté en Punto Radio a Ignacio Fernández Toxo entendí en toda su extensión sus palabras, esas tan diligentes y expeditivas que se refieren a la convocatoria de la huelga general del 29-S y todo lo que a su alrededor hay: Una gran putada. Toxo es uno de los dirigentes más serios que hay en la vida política española, o al menos eso es lo que me parece. Y es preciso y contundente cada vez que habla, y aún lo sería más si apareciera menos en compañía de Cándido Méndez, este último atrapado en la gran putada de defender lo indefendible: que la huelga es contra el PP. La gran putada es sentir que muchos días el noble arte de la política lo protagonizan gentes que hacen bueno al Chikilicuatre ese que le hace anuncios a la UGT. Claro que la putada no será menor el día en que Zapatero cierre un pacto con el PNV para salvar su cuello y evitar el adelanto electoral. ¿A quién hemos de acogotar entonces, señora Chacón? ¿Por dónde empezamos?