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Los comicios estadounidenses batirán récords de recaudación

El partido republicano aparece en las encuestas como favorito, aunque Obama es conocido por crecerse ante las dificultades

MERCEDES GALLEGO CORRESPONSAL
NUEVA YORK.Actualizado:

Ha empezado la cuenta atrás. Durante los próximos dos meses las elecciones legislativas del 2 de noviembre dominarán la actualidad de EEUU, salpicada de trucos sucios y mucho dinero. Los últimos informes financieros indican que lejos de comedir el gasto debido a la crisis económica, los políticos batirán todos los récords.

«Estamos en camino de la campaña más cara de la historia, incluso más que la de 2008, lo cual es difícil de creer», observó para la agencia Associated Press Micahel Toner, expresidente de la Comisión Electoral Federal y abogado financiero de campaña de Bryan Cave. Se basaba en los 1.200 millones de dólares recaudados por los candidatos a las cámaras de Representantes y del Senado, donde las encuestas predicen que los demócratas perderán asientos y puede que hasta la mayoría.

Según la última que publicó ayer The Washington Post/ABC por primera vez en más de cuatro años los republicanos tienen los vientos de la opinión pública a su favor. «Los estadounidenses están cada vez más frustrados con la falta de progreso económico, profundamente insatisfechos con el gobierno federal y críticos del liderazgo del presidente Obama», analizó el rotativo al ofrecer las conclusiones del sondeo.

Obama es conocido por crecerse ante las dificultades cuando todo el mundo le pierde la fe. El lunes dio una prueba más cuando se presentó en la feria sindical de Milwaukee, con la camisa desabrochada y las mangas remangadas, le pidió a la gente que se sentara «porque voy a estar hablando un rato», aparcó el guión y dio uno de los mejores discursos que se le hayan oído desde que llegó a la Casa Blanca. Y es que no hablaba el presidente, sino el candidato electoral .

La campaña electoral ha puesto fin a la tregua. Bush vuelve a estar en la picota, su expediente de gobierno volverá a ser el arma electoral de los demócratas, que no piensan perdonar nada a la formación conservadora presentada como «el partido del no» por la intransigencia de su oposición. «Si yo digo que el cielo es azul, ellos dicen que no».