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Felipe Reyes, a su llegada a Estambul tras su viaje relámpago a Madrid. :: EFE
Baloncesto

Las falsas alarmas no descentran a la ÑBA

Felipe Reyes regresa de Madrid con los problemas de cuello totalmente solventados y Marc Gasol supera la amigdalitis que sufría Scariolo podrá contar con todos sus hombres ante Serbia

J. M. CORTIZAS
ESTAMBUL (TURQUÍA).Actualizado:

Cada vez que el móvil anuncia un mensaje inesperado del departamento de comunicación de la Federación Española se hace un silencio sepulcral. Puede deberse a un acto institucional o a que algo no va bien. Las dos jornadas anteriores tocó lo segundo. El pasado domingo, el anuncio del viaje relámpago de Felipe Reyes a Madrid con su cuello maltrecho. En la jornada de ayer, el aviso de una amigdalitis aguda que hizo pasar una noche canalla a Marc Gasol. El entrenamiento vespertino convirtió ayer ambos supuestos en falsas alarmas.

Felipe Reyes llegó justo para ver trabajar a sus compañeros. Vestido de calle, siguió la sesión y a su conclusión recibió la bienvenida de todo el séquito. «Ha sido un viaje relámpago. Llegué a las cinco y media a Madrid y he llegado de regreso a las cuatro. He descansado en casa, recargando pilas. Lo del cuello no es grave. Se ha recargado por el movimiento y los golpes, pero no es una hernia, ni protusión. El disco está bien y espero estar al cien por cien para ayudar al equipo contra Serbia».

El pívot cordobés entiende que mereció la pena la medida preventiva de ser examinado por su médico de confianza. «No conozco bien los hospitales de aquí, con mi médico me ha ido bien y preferí no arriesgarme. Tenía el día libre y decidí ir para allá. Me levanté asustado porque me dolía el cuello y cuando eso sucede estoy una semana y media mal. Sabía que si no iba iban a peligrar los cuartos de final. Hablé con todo el mundo y entendimos que lo mejor era ir a Madrid. Espero probarme en el último entrenamiento. La mejoría ha sido muy buena e irá a más. Me han dado un par de pinchazos, una infiltración y punto», aseguró.

Reina el buen ambiente

Mientras Felipe Reyes tranquilizaba al personal y José Luis Sáez era reelegido en un complejo anexo miembro del Bureau Central de la FIBA por cuatro años más, Marc Gasol bromeaba con Ricky Rubio en la ejecución de los últimos lanzamientos del entrenamiento. Normalidad aparente. El barcelonés había pasado un proceso febril fruto de una amigdalitis. «Ha sudado lo suyo», bromeó Reyes al ser preguntado por su estado. «Como no quería quedarse en el hotel y darle vueltas a las cosas, ha preferido liberarse viniendo a entrenar», espetó. Lo hizo sin problemas. Un susto menos para la escuadra de Scariolo.

Porque en el ambiente era latente la inminencia del choque de cuartos de final contra Serbia (mañana a las 21.00 horas). El capitán Juan Carlos Navarro, Mumbrú, Raúl López, Rudy Fernández, Fran Vázquez y San Emeterio calcaron sus discursos sobre la complejidad de la empresa. «Los partidos anteriores no sirven. Bueno, nos recuerdan lo obvio, que es un gran rival al que puedes ganar y con el que puedes perder. Creo que tras ganar a Grecia nos hemos quitado un lastre y cada partido seremos más nosotros mismos, el equipo que pretendemos ser. Serbia está repleta de talento, experiencia e inspiración. Conocemos perfectamente a sus jugadores, el poder exterior, la altura de sus 'treses', sus recursos por dentro. Nosotros también tenemos mucho que decir al respecto. Será difícil, pero estamos en un momento con mucha confianza en nuestro juego. Unidos, como siempre, vamos a intentar acercarnos un poco más al medallero», señaló Juan Carlos Navarro.

Sergio Scariolo, con gesto complaciente, da por buena la evolución de su equipo. Hoy hablará sobre la cita con el maestro Ivkovic y su rejuvenecida Serbia.