Un parón por asfixia
El anuncio llega en el momento de más debilidad de los terroristas por los continuos golpes policiales
MADRID. Actualizado: GuardarLos servicios de Información de la Policía, la Guardia Civil y la Ertzaintza no tienen ningún género de dudas: el comunicado de ayer en el que ETA informa que hace meses tomó la decisión de «no llevar a cabo acciones armadas ofensivas» es fruto de la «debilidad operativa sin precedentes» de una banda que en los últimos dos años ha sufrido, como nunca, el acoso de las fuerzas de seguridad y que se ve incapaz de reponerse a los continuos golpes policiales. Una «asfixia» que ha dejado a la organización terroristas sin cinco jefes en 24 meses, sin dinero, sin ayuda internacional, casi sin activistas y que, incluso, ha perdido el apoyo de buena parte de sus presos.
El anuncio de la BBC no ha sorprendido al Ministerio del Interior, que sabía desde principios de este verano que el último jefe militar de ETA, Mikel Karrera Sarobe, 'Ata', capturado el 20 de mayo, había ordenado a finales de marzo un parón en las «acciones armadas» para intentar reorganizar la banda o, al menos, evitar la sangría de detenciones, que este año se mantiene a un ritmo de un detenido cada tres días y medio. 68 detenciones entre enero y agosto en España, Francia, Portugal, Reino Unido, Italia, Bélgica... una cadencia «inasumible» para la banda, sobre todo si se tiene en cuenta que los terroristas eran apresados antes, incluso, de atentar.
'Ata', durante su breve mandato al frente de los terroristas, había constatado en sus propias carnes la imposibilidad de poner en marcha campañas de atentados. Sus apuestas durante el 2010 por volver a llevar a ETA a los niveles operativos de hace dos años se contaron por fracasos antes de nacer.
Karrera y su antecesor en el cargo, Ibon Gogeaskoetxea, capturado en febrero, habían diseñado una Presidencia Española de la Unión Europea en el primer semestre de este año teñida de sangre.
Y ahí se produjo la gran inflexión, según Interior. Ese plan, al que la banda había porfiado buena parte de su «supervivencia inmediata», se quedó en agua de borrajas cuando entre enero y febrero la Guardia Civil y las fuerzas de seguridad portuguesas desmantelaron la nueva gran base que ETA iba a instalar en el país vecino.
Hasta la caída de Portugal, Gogeaskoetxea y Karrera -recuerdan los servicios de Información- no se habían dedicado, ni mucho menos, a preparar a la banda para una tregua. Es más, todo lo contrario.
Más fracasos
De ellos, también partió la idea de activar a principios de año tres nuevos 'taldes' operativos en el País Vasco para atentar de inmediato. Aquella apuesta también fracasó cuando la Guardia Civil atrapó en febrero al etarra Iban Beobide en plena tarea de captación de activistas para esos comandos.
El último intento de los dos jefes detenidos de evitar que ETA tuviera que ordenar un forzado parón fue el de poner en marcha otra base operativa en Cataluña para atentar durante este verano en la costa mediterránea. Esta «apuesta de última hora» también fue frustrada con el arresto en Portbou en febrero de Faustino Marcos, el etarra que debía alquilar la casa en Barcelona desde la que atacar. Su captura fue otro momento clave que ilustra la decadencia de ETA: por primera vez en los últimos años la banda iba a faltar a la cita inexcusable de la siempre rentable mediáticamente campaña de atentados estivales en zonas turísticas.
Según los mandos de la lucha antiterrorista, hay otro aspecto importante para entender por qué ETA declaró ese parón la pasada primavera: la banda, por primera vez en su dilatada historia, no tiene una jefatura clara. Junto a Karrera Sarobe cayó el que debía haber sido su «sustituto automático» en la jefatura del aparato militar, Arkaitz Agirregabiria, lo que provocó una situación inédita en una organización que siempre había tenido previstos los recambios a los golpes policiales importantes.
La «crisis sucesoria» en ETA -explican los servicios de Información- no ha sido aún resuelta, hasta el punto de que Interior era consciente desde hace semanas de que cualquier comunicado de la banda se iba a retrasar y, en cualquier caso debía ser, como así ha sido, «light» porque la jefatura, por primera vez, no está clara ni reconocida por toda la banda, aunque la mayoría de los analistas señalen a las veteranas Iratxe Sorzábal Díaz e Izaskun Lesaka Argüelles, como posibles cabecillas de la organización.
División carcelaria
Sin jefes, sin activistas y con el frente carcelario hecho trizas por una política penitenciaria que ha logrado elevar las cuotas de la disidencia a números desconocidos. Los cálculos de Interior señalan que en agosto cerca de un centenar de reclusos de la banda de una forma u otra han roto con la organización e incluso unos 50 han firmado los cuatro puntos que Interior exige para que se incorporen al grupo de arrepentidos: condena de la violencia, perdón a las víctimas, asumir la responsabilidad civil de sus atentados y colaboración con la justicia.
Las tres cárceles en las que Interior concentra a estos díscolos, Villabona, Zuera y Nanclares, ya «tienen lista de espera» y los nombres que alimentan al sector crítico cada vez son más importantes: la última incorporación estrella a la disidencia oficial fue la de Idoia López Riaño, 'la Tigresa', la etarra más sanguinaria de la historia de la banda.
Y todo esto sin un euro. ETA está en bancarrota y éste es otro de los factores clave, explican los servicios antiterroristas, para entender el parón anunciado ayer. Sin capacidad logística ni técnica desde hace una década para sostener un largo secuestro, las dos únicas posibles vías de financiación, el impuesto revolucionario y, en menor medida, el dinero de los ayuntamientos gobernados por la izquierda 'abertzale', viven también horas bajas.
La extorsión no ha cesado. Sólo el año pasado se contabilizaron cerca de 3.500. Sin embargo, cada vez son menos los empresarios vascos y navarros que ceden al chantaje, sabedores que ETA tiene cada vez más difícil cumplir sus amenazas. Los terroristas, a su vez, aunque manden las cartas, tienen casi imposible cobrar después el dinero que exigen.
En cuanto a los consistorios afines a ETA, 42 en Euskadi y Navarra, el allegamiento de fondos al entorno pro-etarra tiene fecha de caducidad: el 22 de mayo de 2011, fecha de las próximas elecciones municipales. Interior tiene muy claro que el anuncio de ayer está también relacionado con intento de no perder esa vía de financiación.