Timos de verano
Los pisos que se alquilan en Cádiz capital para los meses de verano son, en general, impresentables. Los propietarios sólo buscan 'colocarlos' como sea y hacen un gran daño a la imagen de la ciudad
Actualizado:Generalizar siempre es un riesgo. Se puede caer en la injusticia. Nos arriesgaremos. En general, los pisos que se alquilan en Cádiz capital en verano son un timo, una estafa, un cobazo para el veraneante que quiere pasar 15 días o un mes a un pasito de la playa. En internet y en las agencias existen cientos de anuncios que prometen una serie de equipamientos y calidades cuyo parecido con la realidad es mera coincidencia.
Los propietarios de estos pisos, en general, tienen como único objetivo 'colocar' el producto, sin pensar en el daño que le hacen a su arrendatario y a la imagen, en general, de los gaditanos. En general mienten, en general no se preocupan del mantenimiento y en general amargan las vacaciones a gente que se ha pasado todo el año ahorrando para disfrutar unos días en nuestra ciudad. Y en general, sobre todo, piden auténticos dinerales por cuchitriles de más de 40 años a los que no se les hace una reforma desde que las canciones de Mari Trini triunfaban en los guateques y se escuchaban en los tocadiscos de esos mismos apartamentos.
No es de extrañar, pues, que los alquileres de los pisos en verano hayan caído un 15% en Cádiz. La crisis ha hecho que todos seamos mucho más exigentes, que miremos todavía más el euro. Y muy poca gente está dispuesta a pagar cifras desorbitadas para luego estar lidiando con ventanas que no cierran, neveras que no enfrían o colchones blandos como chicles. Sobre todo porque, a muy pocos kilómetros, en Chiclana o El Puerto, encuentran mucha más calidad por el mismo precio.
La excusa de que en Cádiz no hay suelo viene muy bien a la hora de especular con todo. Pero a la larga puede acabar con un tipo de turismo que hace tanta falta en Cádiz capital como el del que viene en barco o a un hotel.
Esta misma semana, en un periódico nacional cuyo director vive obsesionado con el 11-M -en El Mundo, vamos-, una señora de un pueblo de Sevilla criticaba con un punto de amargura la estafa que ha sufrido en sus propias carnes este verano, cuando llegó a Cádiz y vio que el piso que había alquilado no tenía nada que ver con las fotos que había visto en internet. Aseguraba la buena mujer que tanto ella como su familia están enamorados de Cádiz, pero que el año que viene no repiten.
Y es normal. Hasta la fecha, era prácticamente imposible encontrar piso en Cádiz para los meses de verano, pese a esa práctica habitual de alquilarlos a los estudiantes sólo de septiembre a junio. Sin embargo ya empieza a caer la demanda. En parte por la crisis, en parte por la falta de ética de los propietarios, que ofrecen algo que ellos mismos jamás alquilarían. Pero en general, ¿eh?, en general.
El problema es que ejercer un control sobre este asunto es harto complicado. Al final es la ley de la oferta y la demanda. Un acuerdo entre arrendador y arrendatario. Tan sólo se puede esperar que el dueño del piso en cuestión tenga un mínimo de ética, de conciencia. Que sea consciente de que con cada euro que se ahorra al no arreglar desperfectos o mantener muebles de hace 30 años perjudica a su ciudad. Pero claro, apelar a la ética de un negociante es como pedirle a un político que piense en el ciudadano antes que en los intereses de su partido: misión imposible. Insisto, en general, ¿eh?, en general. Alguno habrá que no.