PINCHITO MORUNO

HABICHUELAS GLOBALES

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En el mundo no sólo se globalizan ya los pelaos y los tatuajes, aunque a mí me gusta más el nombre de carcamonía, que eran de quita y pon, una gran ventaja para los que somos indecisos. Lo mismo te ves un tío con los pelos tiesos a modo de cresta de pollo en la barriada de La Laguna que en Pekín y te ves el mismo culo tatuado con una mariposa en la playa de la Victoria que en una cala de las Islas Feroe. No sé porque la gente, por cierto, les gusta ponerse mariposas encima del culo...será para que muevan las alas y el aire en momentos de apuro, digo yo.

Pero igual que se globalizan los pelaos y las carcamonías se nos globalizan los tomates, los garbanzos y hasta las habichuelas. Es posible que un tomate de Oklahoma se plante con una semilla casi idéntica a la que se planta en Conil con lo que al final una piriñaca sabe igual en ambos lados.

Con tantas cosas iguales en todo el mundo, considero que en el futuro todo lo que sea minimamente personal y original, que haya logrado vencer a la globalización tendrá un enorme atractivo por eso es necesario aplaudir a todas esas personas que se esfuerzan por conservar las cosas de su pueblo.

Una de estas personas, que se empeñan día a día por conservar las cosas originales, es Paco Vázquez, un cocinero de Conil ahora metido a frutero que mantiene en su puesto de la plaza conileña un verdadero museo vivo de productos típicos de su zona y que cada año planta, aunque sea en pequeña cantidad, para procurar que no se pierda.

Paco me cuenta que acaba de comenzar la época de las azofaifas, unas manzanas con tamaño de picota pero que tienen un sabor exquisito hasta el punto de que estaban plantadas en los patios de muchas casas de Conil para que cuando comenzara el colegio, en septiembre, los niños tuvieran una chuchería para el colegio.

Hace un par de meses también me anunciaba la recolección de las habichuelas pías, unas habichuelas verdes especialmente tiernas y ahora acaba de terminar de recoger los «frijones», unas pequeñas judias que tienen la cualidad de quedar muy cremosas cuando se guisan, otra especie en extinción..

Siempre advierto de que toda esta riqueza, que no está en los museos, se pierde. Es necesario crear, casi «restaurantes museos» sitios donde se puedan seguir degustando estos productos casi perdidos, sitios en donde por lo menos las habichuelas no estén globalizadas y tengan un sabor personal.