Familias gitanas suben a un avión que les devuelve a Rumanía. :: AFP
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Las medidas de Sarkozy rompen la unidad en el partido gobernante

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Las controvertidas expulsiones de gitanos llevadas a cabo por el Ejecutivo francés avanzan imparables y con ellas aumenta el grado de erosión en las propias filas del partido gobernante, Unión por un Movimiento Popular (UMP). A las críticas vertidas por Naciones Unidas, la Iglesia Católica y las advertencias lanzadas por la Unión Europea se suma un nuevo frente en el conflicto: la insatisfacción y las pugnas verbales que libran entre sí altos representantes del partido presidencial.

La tensión entre los miembros de la UMP se ha dejado sentir tras la vuelta al trabajo después de las vacaciones de verano. Las polémicas medidas adoptadas por el líder francés, Nicolas Sarkozy, el pasado 28 de julio -en contra de la inmigración ilegal y por reforzar la seguridad en el país- se han convertido en el centro de las disputas.

El ministro de Relaciones Exteriores y fundador de Médicos sin Fronteras, Bernard Kouchner, ya adelantó esta semana que no está «contento» con la postura asumida por el Gobierno y admitió que incluso había pensado en dejar su puesto. «¿Cómo hacer para remediarlo? ¿Dimitiendo? He pensado en ello», confesó.

El primer ministro, Francois Fillon, también expuso sus desavenencias con Sarkozy al hablar de diferencias de «sensibilidad». «Cada cual tiene su sensibilidad y su manera de hacer las cosas», expresó. Las palabras de Fillon no sentaron bien al jefe de grupo de la UMP en la Asamblea Nacional, Jean-Francois Copé, quien dijo sentirse «asombrado» por los términos empleados por el dirigente para mostrar su malestar.

«Mancha de vergüenza»

Mucho más contundente se mostró Dominique Villepin, quien fue en 2005 primer ministro cuando Sarkozy era titular del Interior. «En nuestra bandera hay una mancha de vergüenza», manifestó al arremeter contra la «deriva inaceptable» del inquilino del Elíseo en lo relativo a su política de seguridad. «No tiene más objetivo que la provocación y la división para garantizar la conservación del poder al servicio de intereses personales», añadió.

Fillon, a pesar de no compartir la postura adoptada por el presidente galo, salió al paso de las acusaciones vertidas por Villepin. «Un ex primer ministro está envuelto en la bandera tricolor e insultar al jefe político del Estado no es digno», sentenció.

Mientras las disputas dialécticas arrecian en el seno de la UMP cada vez cobran más fuerza las demandas para reenfocar el discurso del partido gubernamental de cara a los comicios de 2012. La UMP, de corte centroderecha, fue fundada por Jacques Chirac en 2002 y reunió cuatro grandes tradiciones ideológicas en el país: el gaullismo, el liberalismo, la democracia cristiana y el radicalismo.

La necesidad de convencer al electorado es el principal nexo de unión entre los diferentes miembros de la formación presidencial. De ahí la preocupación de algunos afiliados ante el hecho de que las medidas de Sarkozy constriñan demasiado hacia la derecha el abanico de posibles votantes de la UMP.

Las últimas encuestas han alimentado aún más el desconcierto en las filas del partido gobernante, tras conocerse que los ciudadanos están más preocupados por la crisis económica, el poder adquisitivo y el desempleo, que por las cuestiones de seguridad en las que se ha volcado el Ejecutivo galo.