El maestro Pepe Basto
Las obras del pintor jerezano abarca un amplio abanico de técnicas y recursos estilísticos; Una exposición suya ha podido visitarse en la Fundación Ruiz-Mateos de la vecina localidad costera de Rota
RAFAEL LORENTE JEREZ.Actualizado:Entre la variada oferta de exposiciones que hemos ido visitando durante este verano, en las que hemos visto todo tipo de pintura, técnicas y estilos, hoy queremos destacar la que en la céntrica calle Charco de la Villa de Rota, concretamente en la Fundación Ruiz Mateos, colgó nuestro paisano Pepe Basto, quien cada vez más en maestro tiene la capacidad de atraer la atención de un público heterogéneo. Sí, porque una exposición de verano tiene que contar con eso: variedad. No son tiempos los veraniegos para mostrar nuevos giros, formas de pintar, evoluciones artísticas...
Decimos esto porque, nada más entrar en la exposición comprobamos que, como bien dice el refrán: en la variedad está el gusto. El artista había sabido llevar toda esa pintura que puede despertar el interés del visitante de una ciudad costera como es la de Rota.
Técnicas y estilos
Contemplamos en ella el amplio abanico de técnicas y recursos estilísticos que nuestro artista posee, con los que no sólo exhibe una riquísima paleta de color, sino la excelente desenvoltura a la que este artista recurre a la hora de afrontar el compromiso de una exposición. Aunque Pepe Basto ya nos tiene acostumbrados a ese rasgo de valentía, no deja de sorprendernos y cada vez que lo visitamos encontramos en la sala una especie de halo que lo renueva y agrega a sus características artísticas algún valor. Acrílicos, técnicas mixtas, óleos sobre lienzos o sobre tabla, y cartones... cubrían las paredes de una exposición en la que había para todos y de la que nadie se iba sin hacer el comentario de éste o aquel cuadro de su gusto. Paisaje urbanos, perspectivas arquitectónicas, marinas, la campiña de Jerez con sus viñas, sus luces y sombras, los burros con sus atalajes multicolores y hasta algún cuadro de corte costumbrista.
Pero lo que en ésta ocasión más nos llamó la atención fue el detalle del que hacía gala en los paisajes costeros; las dunas y zonas de playas, a las que todavía vírgenes y agrestes entre Rota y Chipiona, el pintor acude en sus azules amaneceres y rojos atardeceres para hacer sus apuntes y anotaciones, que luego su sensibilidad artística nos muestra con sutileza o en todo su esplendor; plasmando desde las rutilantes orillas hasta el horizonte marino, o la resistente flora de las dunas, aparentemente desvalidas pero exultantes de vida.
Presencia
Y allí estuvimos y, aunque debido a que tenía que atender a los visitantes que lo requerían, sólo pudimos intercambiar con él unas pocas palabras y alguna mirada cómplice en referencia a determinadas obras; su presencia daba fuerza y solvencia a la exposición. Por razones inherentes a su carácter y personalidad, a veces los artistas no permanecen en sus exposiciones, parecen no tener en cuenta que, al ser ellos los padres de la muestra, las obras necesitan la presencia de su creador, porque ambos componen un binomio que el público asistente percibe o adivina y con la que toda muestra cobra vida. Nada más desolador, que una exposición recién inaugurada ausente de su autor.
Paso a paso, cuadro a cuadro, fuimos escrutando una exposición que, dicho sea de paso, a nadie dejaba impasible: las atmósferas que éste jerezano sabe crear, en las que parece respirarse el aire de los humedales marinos, los horizontes infinitos, las calimas mañaneras, los atardeceres celados, las viñas agostadas de luz y retorcidos sarmientos... En suma, una exposición de entre cuyos paisajes destacaban la variedad de las miradas, tanto las urbanas de recintos murados a cuyas sombras alinea el pintor coches aparcados, como aquellas otras de callejones oscuros con fondos de iluminadas plazuelas, palmeras destelleantes y recodos de cascos viejos. Una vez más, nuestro paisano Pepe Basto nos ha subyugado con su pintura, en la que sin quererlo nos muestra su interés por agradar, por permanecer presente en nuestro gusto, evocando la sensibilidad de los que lo visitamos, a los que nos educa y enseña a mirar a través de su constante evolución artística.