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MUNDO

Indiferencia y quema de banderas

LAURA L. CARO
JERUSALÉN.Actualizado:

Israelíes y palestinos hubieran preferido menos ceremonia en Washington en vista de que Benyamin Netanyahu y Mahmud Abbas están en este proceso de paz casi a la fuerza.

Entre la población judía, la tónica predominante es la indiferencia, porque ha perdido la cuenta de los intentos por poner fin al conflicto. En el otro lado, como es costumbre, división: entre la hostilidad que emana desde Gaza y el escepticismo en Cisjordania.

En grandes líneas, las expectativas de que se logren avances significativos son muy bajas en ambos lados, y más bien existe la sensación de que esta nueva ronda va a esforzarse por que el deterioro de la situación entre vecinos no vaya a más.

La inquietud ha comenzado y también las tensiones, sin duda espoleadas por el doble ataque de Hamás, que entre el martes y el miércoles dejó cuatro judíos muertos en las proximidades de Hebrón y dos heridos cerca de Ramala. Anoche mismo, docenas de jóvenes judíos de ultraderecha quemaron banderas palestinas e intentaron marchar sobre la ciudad de Jericó en una protesta contra las negociaciones y los atentados. Dos manifestantes fueron detenidas.

«Más fuertes cada día»

La manifestación se convocó después de que los colonos iniciaran el miércoles construcciones en los asentamientos de Kiryat Arba, Adam y Kedumin. Es su desafío a los asesinos, pero también a su propio Gobierno. «Una vez que entiendan que los israelíes estamos aquí para quedarnos y que sólo nos hacemos más fuertes día tras día, abandonarán», advertía el director del Consejo colono de Yesha, Naftalí Bennett, que aseguró que están preparados para edificar en otros 80 asentamientos. También añadía que «la verdadera prueba entre el islamismo radical palestino e Israel está en quién es más fuerte y quién está aquí para quedarse».

A juicio de las Fuerzas de Seguridad, la fricción entre colonos y árabes es cuestión de tiempo. El diario 'Yedioth Ahronoth' de Tel Aviv daba ayer cuenta del testimonio de un vecino de Hebrón, Atta Abu Jabr, que aseguraba que, en sus tierras, unos 200 judíos y un rabino inauguraron el martes unas obras y que iban protegidos por tropas. «Grité a los soldados que les sacaran de mis tierras. Lo único que me dijeron es que me metiera en casa y apagara la luz», señaló.