Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
Familiares y amigos portan el cuerpo de Imes Yitzhak, uno de los colonos muertos junto a su esposa en un ataque cerca de Hebrón. :: AP
MUNDO

Obama apoya a Abbas para salvar el diálogo

Muestra su confianza en el líder palestino ante el asesinato de colonos judíos, mientras Netanyahu asegura que seguirán los asentamientos

MERCEDES GALLEGO CORRESPONSAL
NUEVA YORK.Actualizado:

Parecía que el primer inconveniente para las negociaciones de paz que ayer reunieron en Washington a los principales actores políticos de Oriente Próximo serían los asentamientos judíos en tierras palestinas, pero Hamás se adelantó con un ataque provocador que puso a Mahmud Abbas en aprietos. Su anfitrión, Barack Obama, salió al paso para evitar la crisis.

«Tengo en él la máxima confianza y en su compromiso con una solución de dos estados», declaró en el jardín rosado de la Casa Blanca, con el primer ministro israelí, Benyamin Netanyahu, a su lado. «Le agradezco mucho que haya venido». Se refería a Abbas, a quien la secretaria de Estado, Hillary Clinton, visitó secretamente en su hotel la tarde del martes para discutir la muerte de cuatro colonos israelíes en vísperas de las conversaciones de paz. Dicen que Abbas era el primer indignado por el atentado, que considera como un ataque directo a su sinceridad en las primeras negociaciones que se dan en veinte meses, por lo que no dudó en emitir una tajante condena. Y así se lo transmitió también a Obama al referirse a la «masacre sin sentido» de Hebrón.

«Siempre va a haber extremistas y reaccionarios que en lugar de buscar la paz van a buscar la destrucción», advirtió el líder demócrata. «Tenemos mucho trabajo por hacer», añadió. Obama dedicó el día a reunirse por separado con sus invitados. Empezó con Netanyahu, siguió con Abbas, continuó con el rey Abdalá II de Jordania y finalizó con el presidente egipcio, Hosni Mubarak, antes de reunirles a todos a una cena sin testigos.

En privado serán también las negociaciones de hoy en el Departamento de Estado, que si bien suscitan gran expectación también son observadas con pesimismo a nivel mundial. Es lógico después de tantos intentos fallidos que no han tenido oportunidad de triunfar desde que Bill Clinton trató de coronar su presidencia con las conversaciones de Camp David hace una década. Su esposa continúa su tarea y se ha propuesto el difícil objetivo de conseguirlo en un año.

Inflexibilidad hebrea

El calendario urge. Abbas considera imprescindible para el diálogo que Israel no construya nuevos asentamientos en los territorios ocupados, pero Netanyahu es inflexible frente a la moratoria de diez meses que vence el 26 de septiembre. El primer ministro hebreo cree que ha dado suficiente margen para facilitar las negociaciones e insiste en que el futuro de las colonias deberá dirimirse en los acuerdo finales, y no como precondición.

Ante esas posturas enfrentadas la Administración Obama tiene el reto de encontrar propuestas creativas, entre las que se habla de un «entendimiento pasivo» que en la práctica anule la construcción de nuevos asentamientos aunque no se haya renovado formalmente la moratoria.

Sólo eso permitiría entrar en otros detalles no menos arduos que tradicionalmente ha supuesto el núcleo de las negociaciones: la delimitación de las fronteras y su seguridad ante una posible desmilitarización del valle del Jordán, el acceso a los acuíferos, el regreso de los refugiados palestinos y el futuro de Jerusalén. En este último punto el ministro de Defensa israelí, Ehud Barack, sorprendió ayer al declarar al diario 'Haaretz' que el Gobierno de coalición con la extrema derecha está dispuesto a compartir el control de la Ciudad Santa e incluso permitir a los palestinos que establezcan allí su capital. Netanyahu no se ha pronunciado sobre lo dicho por el dirigente laborista que era primer ministro durante las negociaciones de Camp David.

Aunque Netanyahu es quien ha pedido a gritos este encuentro para demostrar que él no es el obstáculo para la paz que busca EE UU, ni siquiera 'The New York Times' parece creerle, pese a ser un periódico proisraelí de propietarios judíos. «Netanyahu lidera un gobierno de línea dura, e incluso si sus intenciones de paz fueran serias, que aún está por ver, ¿le dejarían sus aliados políticos?», se preguntaba el rotativo en su editorial.

El mes de septiembre arrojará una respuesta más clara a esa pregunta. Pero nadie espera que de las importantes conversaciones previstas surja nada concreto, aunque sí que sirvan de pistoletazo de salida para lo que continuará después en Oriente Próximo y en el contexto de la Asamblea General de la ONU, donde al menos los líderes implicados podrán llegar reforzados por intentarlo.