CARTAS A LA DIRECTORA

Leviatán

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Desde un tiempo, vengo observando en personas de edad madura de cierta formación y de profesiones distintas, pero en particular en religiosos, una preocupación inquietante sobre el creciente aumento de la inmigración de personas que proceden de diversos estados de África de religión islámica. Estas personas preocupadas y temerosas, que ya forman un colectivo numeroso y disperso, propagan convencidos la reconquista de lo reconquistado a los invasores y que durante más de siete siglos fueron poseedores inseguros de unos reinos que estaban dispuestos a recuperar lo usurpado según la ley de las guerras; piensan que esos inmigrantes, poco a poco, muy sigilosamente y a medida que su población aumente, llegarán a apoderarse de lo que durante siete siglos fue suyo. Ese temor alarmista, me recuerda a Hobbe, autor del Leviatán, que pensaba, que había que crear una autoridad que garantizara el orden y la justicia ante cualquier enemigo invasor. Ese temor medieval en nuestros tiempos es, anacrónico xenofóbico e impío de personas que se dicen ser cristianas y que por supuesto desconocen el contenido del código de los códigos que es el de los Derechos Humanos. Es posible que yo sea una persona confiada y que no vea ciertos peligros que nos acechan, pero de una cosa estoy seguro y es que cuando acabó la Segunda Guerra mundial, quedamos abocados a la Tercera automáticamente, ¡que Dios haga lo imposible por evitarla!, porque si en la Segunda fueron los nazis los autores, siempre habrá un tipo distinto de nazi dispuesto a originarla, pero ojo, nuestro Leviatán actualizado, no espera que eso ocurra porque tiene poderosos recursos para lograrlo, dos se me ocurren de inmediato el Derecho Internacional vigente y los Derechos Humanos. La guerra es un mal consustancial con las personas y con el resto de los seres vivos, acabará cuando desaparezcan todos los seres de la naturaleza, por eso y a pesar de disponer de dispositivos e instrumentos para evitarlas, hay veces que no responden para lo que están concebidos, pero en comparación con el medievo, los recursos son más avanzados y sofisticados y eso evita que los daños de una guerra actual sean mayores y menos objetivo , todo lo cual contribuye a mi tranquilidad y sosiego cuando pienso en mi descendencia como les ocurre a ese grupo temeroso con el que inicio este escrito.