El rodaje de Almodóvar consigue irritar a los hosteleros de Santiago
Los establecimientos han tenido que cerrar sus puertas al público durante siete horas para la grabación de la película
VIGO. Actualizado: GuardarHabía expectación porque Pedro Almodóvar iba a rodar en Santiago. Lo que no estaba en el guión de 'La piel que habito' es que se le rebotasen los hosteleros de Compostela. Mientras, entre los curiosos había división de opiniones, cuando el equipo de filmación acotó parte de la céntrica Rúa do Vilar para grabar una escena en la que la actriz Elena Anaya se baja de un taxi para comprarse algo en una boutique de calzado.
Cuando el propietario del bar Carballeira se encontró con que, el pasado lunes, la clientela esperada no podía acceder a su terraza de la típica rúa compostelana porque el equipo de Almodóvar iba a rodar allí, montó en cólera y, coreado por algunos transeúntes, se enfrentó con los responsables de la filmación.
En pleno mes de agosto de un Xacobeo, siete horas de cierre de un establecimiento en Santiago de Compostela es mucho. Toda la hostelería de Santiago esperaba como agua de mayo este año jubilar, en el que la anunciada visita del Papa ha agotado las reservas de los hoteles de cuatro y cinco estrellas, aunque sea ya en noviembre.
Pero Santiago es estos días un hervidero de gentes de toda índole y procedencia que, como mínimo, se hacen unas consumiciones en cualquiera de las múltiples terrazas desparramadas por el casco histórico. Siete horas de cierre, al fin y al cabo, son muchos euros que no descansarán en las cajas registradoras de los establecimientos afectados. Y si, además, se anuncia que un par de días después volverán a las andadas esas gentes de la farándula, el resultado es una amenaza en serio de montarle una sentada a Almodóvar de las de verdad. Afortunadamente, no hizo falta llegar tan lejos porque la segunda sesión, el miércoles, era para repetir algunas tomas y, según la productora, no hizo falta.
Por si las moscas, la peluquería de Ana, en la Rúa do Vilar y a pocos metros de la zona acotada, estaba tomada por la prensa a la espera de acontecimientos más allá de las peripecias habituales en un rodaje de esta envergadura.
Una boda palaciega
En la primera sesión ya se habían oído gritos de visitantes y lugareños que lanzaron vivas a la dictadura y algún recordatorio de que la calle es de todos, todos, y no sólo de algunos privilegiados.
Peripecias sobrevenidas aparte, lo cierto es que Antonio Banderas tiene tirón suficiente como para que centenares de fans se las ingeniasen para verlo pasear por la Alameda de Santiago o llegar al Pazo de Oca para asistir a la boda de «alto copete» que la ficción cinematográfica escenificó en aquel recinto palaciego.
Algunos lograron su objetivo y se deshacían en elogios para el actor: «Es muy majo y, además, es tan guapo», decía una señora totalmente entregada al malagueño. Mientras también había expresiones de sorpresa a favor, porque irse de peregrinación a Compostela y, además de visitar la tumba del Apóstol, sellar la 'Compostelá' (la tarjeta que certifica que se ha recorrido el Camino) y ganar las indulgencias, encontrarse con un rodaje de Almodóvar tiene su aquel, como comentaba un conductor atrapado en uno de los atascos de tráfico provocados por todo este follón.
Pero la expectación había comenzado bastante antes, con los castings para seleccionar unos 300 extras que completarían el decorado, sobre todo en las escenas de la boda en el Pazo de Oca, que se anunciaban para el jueves.
Los trabajos se llevaron a cabo con muchas más precauciones de las que se habían adoptado en Santiago. Los actores llegaron al pazo, con sigilo; entraron en el recinto por un acceso trasero y burlaron la legión de curiosos que se habían concentrado ante la entrada del recinto.
En todo caso, el pazo de Oca estuvo vedado durante muchas horas para los visitantes que suelen acercarse para contemplar los magníficos jardines franceses y los estanques historiados. Y eso que los trabajos no comenzarían hasta entrada ya la noche.