Nueva Orleans pasa al fin la dramática página del 'Katrina'
La cuna del jazz, arrasada por el huracán en 2005, es hoy distinta, más pequeña y blanca, pero mantiene su espíritu enérgico
NUEVA YORK. Actualizado: GuardarHace cinco años el 80% de Nueva Orleans estaba inundado, la totalidad de su población evacuada, sus calles sembradas de cadáveres inflados, el mundo espantado ante el fin de una de las ciudades más carismáticas de EE UU. Los expertos calcularon que con toda la ayuda del país más rico de la tierra tardaría entre 10 y 20 años en recuperarse. En esa ecuación faltaba el espíritu indestructible de sus habitantes, que hoy, cinco años después, han decidido pasar página y afrontar el futuro con optimismo.
«Ya no estamos reconstruyendo», sentenció el alcalde Mitch Landrieu. «Vamos a dejar de pensar en reconstruir la ciudad y empezar a soñar con la ciudad que queremos ser. El mundo merece una Nueva Orleans mucho mejor. Hoy es un nuevo día, vivimos nuevos tiempos».
Los números son buenos pero no para todos. Unas 100.000 personas, la mayoría afroamericanos, no han podido volver a la ciudad que aman porque las viviendas más pobres no han sido reconstruidas, y los alquileres de las que quedan son un 48,5% más caros, según los datos de GCR & Associates para pisos de dos dormitorios. La ciudad chocolate que prometió devolver el alcalde Ray Nagin es ahora un 22% más pequeña que antes del 'Katrina' y tiene en Mitch Landrieu a su primer alcalde blanco en más de tres décadas, justo desde que su padre dejó el cargo en 1978. Con todo, ese 5,4% de afroamericanos que ha perdido Nueva Orleans no ha logrado truncar la mayoría negra, que sigue suponiendo un 61,3% de la población, y la más pobre. El 61% de los afroamericanos tiene ingresos de menos del 200% bajo el nivel de la pobreza, en comparación al 24% de los blancos, según un estudio de la Fundación Kaiser.
El mismo estudio refleja la fiebre de optimismo que ha invadido la cuna del jazz. Por primera vez una sólida mayoría ve progresos en la reconstrucción de la ciudad. El 70% de sus residentes cree que esa reconstrucción va por el camino correcto, pese a que un 32% admite que sus vidas siguen afectadas de alguna manera por el 'Katrina'.
Susan Bouchon es un claro ejemplo del espíritu que ha hecho posible el milagro. En esos días de caos montó a su madre y a su perro en el coche con todo lo que le cupo camino de Houston. Tardaría más de dos años en dormir de nuevo en su casa, después de tener que tirar todos los muebles y desguazar las paredes. Cuando se le pregunta qué ha sido lo más difícil de estos dos años, Susan se toma una pausa para reflexionar y responde con ese positivismo que nunca abandonó laciudad: «He adquirido nuevos conocimientos sobre construcción y decoración de interiores», dice sin sorna.
Esta relaciones públicas se pasó dos años sin trabajo comiéndose sus ahorros, pagó los arreglos de su bolsillo sin recibir una sola subvención, perdió a su madre el año pasado, añora un empleo estable y con todo se considera «una de los afortunados». ¿Por qué? Consiguió un contratista que le arregló la casa sin estafarla, sus fotos vuelven a estar colgadas en las paredes, su caniche no desapareció en uno de los albergues para mascotas y lo que más echa de menos es una alfombra oriental que le hizo a mano un afgano, «pero eso son solo cosas materiales, todo lo que me importaba, mi familia, mi perro y mis amigos sobrevivieron. Soy feliz, estoy de vuelta a donde estaba, en mi casa, con mis amigos, viajando y trabajando de vez en cuando».
Músicos y artistas
Si el 'Katrina' hubiera arrasado cualquier otra ciudad de EE UU como Houston o Detroit, probablemente la hubiera enterrado. Pero los habitantes de Nueva Orleans saben que su ciudad no tienen parangón en todo el país. La aman de corazón y no pueden vivir lejos del bullicio melódico de sus calles y la sonrisa de sus vecinos. Dos meses después de la evacuación, cuando aún no había ni electricidad en las casas, muchos emprendieron la vuelta. Fueron sobre todo músicos, artistas, bohemios y ciudadanos arraigados que preferían respirar el moho de las paredes que vivir en la nostalgia.
Convirtieron las puertas en barras de bar, tocaron música a la luz de las velas, convirtieron los descampados en huertos y se ayudaron unos a otros hasta salir adelante. Para Susan no es cuestión de más blancos o negros, «todos estamos dispuestos a trabajar juntos, es la única manera en la que vamos a construir la ciudad que queremos ser», afirma. La victoria del equipo local este año en la Superbowl fue el momento sublime que para muchos consolidó el renacer. Los Saints de Nueva Orleans habían exorcizado los demonios del Superdome, el pabellón deportivo que se convirtió en un albergue de película de terror.
Sobre ese renacer tratará hoy de capitalizar Barack Obama, consciente de que la tragedia de Nueva Orleans no fue obra de la naturaleza, sino de la mano de un mal Gobierno que no le prestó ayuda, de unos diques frágiles que apenas se han devuelto a esos niveles de precariedad, de un sistema hidráulico que dejó de bombear agua de los pantanos, de uno de los cuerpos de Policía más corruptos del país, en una ciudad donde el crimen vuelve a doblar la media nacional, y de una barrera natural de marismas que solo en los últimos 54 años ha retrocedido un 23%. Para conjurar nuevos desastres, Nueva Orleans necesitará mucho más que la elocuencia de Obama y el espíritu de sus habitantes.