Lenta recuperación
Europa deberá valerse por sí misma ante el exiguo crecimiento que experimenta EE UU
Actualizado:El crecimiento económico de EE UU se ha ralentizado, generando incertidumbre no solo en dicho país sino en las expectativas de un mundo que ve con preocupación que la primera potencia no esté en condiciones, en los próximos meses, de arrastrar tras de sí una reactivación global. Es cierto que al crecer un 1,6% durante el segundo trimestre la economía estadounidense se ha situado por encima de los pronósticos que manejaban los analistas de Wall Street. Pero el dato refleja una desaceleración que invita al escepticismo en el corto plazo, especialmente al coincidir con un desempleo que se sitúa en torno al 9,5%. Por una parte, no es previsible que la segunda mitad del año sea capaz de levantar el tono de la recuperación en EE UU. El hecho de que el presidente de la Fed, Ben Bernanke, se haya apresurado a señalar que la economía estadounidense puede estar en condiciones de protagonizar una aceleración a lo largo del próximo año da buena cuenta de la inquietud generada por los últimos datos. Además, las tasas de paro que soporta la sociedad norteamericana solo pueden verse aliviadas si se produce esa aceleración. El anuncio de Bernanke de que la Reserva Federal está dispuesta a adoptar «medidas no convencionales» de estímulo monetario y financiero salió ayer al paso de la preocupación general, contribuyendo sin duda a la serenidad en el mercado bursátil. Pero la resuelta actitud mostrada por la Fed al asegurar a los estadounidenses y al resto de los países que hay instrumentos para garantizar que la primera economía del mundo crezca mínimamente revela también la limitada capacidad que esa misma economía tiene para reactivarse sin el concurso de sus instituciones públicas. La sombra de una desaceleración que afecte a las economías desarrolladas durante los próximos meses sitúa en primer plano la divergencia existente entre EE UU y Europa a cuenta del tratamiento del déficit público y de la fecha de retirada de los estímulos fiscales o monetarios. Una divergencia que no debería agudizarse, porque probablemente la economía estadounidense no esté en condiciones de corresponder a todo el esfuerzo público que pudieran realizar las autoridades federales, ni las economías europeas puedan encelarse con el control de su déficit cuando deberán valerse por sí mismas.