Las inundaciones mantienen el cerco sobre Pakistán
Actualizado:La desgracia sigue sin dar tregua a Pakistán. Un mes después del comienzo de las lluvias que anegaron el país, el drama humano se recrudece cada día. Las aguas de ríos y embalses se desbordaron de nuevo en las provincias sureñas, donde más de un millón de personas -según la ONU- ha abandonado sus hogares en busca de un lugar seguro. En la provincia de Sindh, la fuerza arrolladora del río Indo destruyó los muros de protección de presas y canales.
«El desastre, ya colosal, está empeorando y precisa de una respuesta aún más colosal», advirtió el organismo. Las cifras, consternadoras, dan fe de la magnitud de la crisis: más de 20 millones de paquistaníes se han visto afectados por la virulencia del monzón veraniego, que anegó una quinta parte del territorio. Las secuelas del diluvio trascienden la mera destrucción material, valorada en 5.500 millones de euros por un estudio conjunto de las universidades de Tennessee y Ball (Indiana). Por el momento, Pakistán apenas se ha asegurado cerca de 630 millones entre aportaciones de otros países e instituciones.
Naciones Unidas ha establecido un plan de acción de tres meses, ampliado más tarde a seis, para proporcionar alimentos, agua potable, cobijo y atención sanitaria a las víctimas más graves. Sin embargo, sólo ha conseguido recaudar 227 millones de los 360 necesarios. Maurizio Giuliano, portavoz de la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios, relató ayer que «no se ha recaudado nada» en los últimos días.
Paliada la calamidad inicial, la malnutrición infantil constituye ahora la peor amenaza que se cierne sobre los supervivientes. Antes de las inundaciones, la carencia y mala calidad de los alimentos afectaba al 17% de los niños menores de cinco años en Punjab y al 27% en Baluchistán. En vista del mal estado de las aguas y de las nefastas condiciones higiénicas, los organismos temen que cientos de miles de infantes se sumen a la lista. «Las inundaciones han rodeado a millones de niños de agua contaminada. La mayor parte no tiene nada que beber. Tememos la sinergia mortal de enfermedades que se transmiten por el agua», alertó Karen Allen, vicerrepresentante de Unicef.