Arranca el curso económico
Cada vez se hace más patente la sensación de agotamiento del Gobierno
Actualizado: GuardarAyer, día en que el INE confirmó que la economía española creció un 0,2% en el segundo trimestre gracias a la mejora del consumo y la inversión, y en que el ministro de Fomento comparecía en el Parlamento para ofrecer la versión definitiva de su plan de infraestructuras para 2011, que incluirá 49 obras más por un importe de 700 millones de euros adicionales, se reunió la comisión delegada para Asuntos Económicos, que presidió excepcionalmente Zapatero y a la que Blanco no asistió. Hace dos años, por estas fechas, también el presidente del Gobierno presidió tal reunión, de la que salieron las líneas económicas posteriores, desbordadas después por el duro ajuste. De la capacidad del Gobierno para transmitir expectativas sólidas en materia económica depende el éxito o el fracaso de la huelga general convocada para el 29 de septiembre. Y la realidad es que la vicepresidenta Salgado, al término de la reunión, no ha hecho el menor signo de euforia. Las prioridades económicas del Ejecutivo serán la austeridad y las reformas. Salgado ha manifestado que los Presupuestos próximos, para los que el Gobierno buscará consenso, serán semejantes en el monto de sus partidas a los de 2006, e incluirán recortes del gasto de los ministerios del orden del 15% al 16%; la única excepción será la partida relativa a I+D. Salgado ha anunciado también un proyecto de ley de reforma de las pensiones antes de final de año y ha elogiado el documento del Gobierno en el que se propone el cómputo de 20 años para el cálculo de la pensión. No habrá subida de impuestos porque «la reducción del déficit ha de hacerse por el lado del gasto»; y no se descarta algún «ajuste» para las rentas más altas, aunque sin apenas relevancia en relación a la partida de ingresos. El Gobierno sigue transmitiendo, en fin, un rostro vacilante, cansino, como si el realismo le aconsejara resignación. Salvo Blanco, que no se resigna a reducir la inversión pero que ha perdido la batalla de la subida de impuestos, el Ejecutivo no trasmite esperanza. Quizá no se puede hacer más, pero cada vez se hace más patente la sensación de agotamiento, que pide a voces una renovación. O unas elecciones anticipadas.