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Fernando Alonso, que ayer dio una rueda de prensa en el circuito belga, tiene siete carreras por delante para recortar diferencias en la general del Mundial. :: AFP
Deportes/Motor

Siete finales para Fernando Alonso

Sólo veinte puntos separan al asturiano de Webber y de la posibilidad de ganar su tercer título

JOSÉ CARLOS J. CARABIAS
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Flota un común denominador entre el aficionado, que estableció en su día una operación aritmética fácil pero incorrecta. El mejor piloto se une al mejor coche y el resultado debe ser cuatro al sumar dos y dos. Alonso y Ferrari, juntos al fin, equivalía a garantía de éxito. Los mismos hinchas que llevan tiempo entregados a la Fórmula 1 escrutan la clasificación de 2010 y se encogen de hombros porque cuesta comprenderlo. El asturiano es el quinto de la general y no luce como favorito para el título. Datos que chirrían por las virtudes de ese matrimonio, en teoría, imbatible. Pero la realidad no tiene remedio y Alonso está obligado a jugar siete finales de aquí al final de temporada con sangre fría y manos calientes. El Ferrari ha mejorado sustancialmente y en Spa, primera cita post-vacacional, es el monoplaza mejor colocado para ganar.

Alonso está sudando tinta para transformar en un resultado potente su felicidad personal como integrante del mundo Ferrari. La unión se ha hecho y el piloto sólo ha encontrado signos positivos de su equipo desde que comenzó la convivencia. Y todo ello, a pesar de que el monoplaza no ha estado a la altura de los Red Bull, salvo en la carrera de Alemania.

Circula un chascarrillo en los últimos tiempos a consecuencia de este dominio de los bólidos alados. No hay que fichar pilotos, sino ingenieros jefe. Es decir, el campeonato pertenece, de momento, a Adrian Newey, el ideólogo de Red Bull que plasma sus ideas con lápiz y papel en el mundo de la vanguardia tecnológica.

Ni la experiencia de Alonso ni la grandiosa capacidad de Ferrari para evolucionar y marcar tendencias han podido de momento con las ocurrencias de Newey. Ferrari ha acortado las distancias a base de dejarse las uñas en la factoría de Maranello, pero siempre a rebufo de los coches energéticos, que no han trasladado al marcador su ventaja mecánica y aerodinámica.

Por esa vertiente se puede apostar por Fernando Alonso como campeón. De hecho, en las casas de apuestas es el primer favorito. Pese a la inferioridad del coche y a un sinfín de calamidades que por culpa propia o de los demás han acontecido este año, el asturiano no ha perdido los papeles y todavía está en posición de alcanzar su tercer título mundial. Veinte puntos le separan del líder, Webber, y tan sólo diez de su compañero Vettel. ¿Qué habría conseguido la constancia de Alonso con el Red Bull? Bastante más que ambos, seguro.

En los bosques de las Árdenas tiene la primera oportunidad para recortar. Nunca ha ganado en Spa, el viejo circuito belga que seduce a todo el mundo en la F-1. Un trazado distinto, sin tanto colorante ni conservante, con una subida estilo ciclista (Eau Rouge) y muchos tramos de velocidad pura, sin frenadas que provocan adelantamientos artificiales. Un lugar que enamora a los pilotos y en el que Alonso no puede fallar.